viernes, 23 de julio de 2010

EN BUSCA DEL MUNDO PERDIDO.

        Cuando era chica jugaba con bolsas, si como lo leen, me encantaban esas bolsas grandes, vistosas y en ellas iba a parar todo lo que daba vueltas por la casa. Andaba por el departamento en el que vivíamos con mis bolsas. Mi papá me decía que me parecía a la vieja de las bolsas. Si iba a lo de mi abuela, tenía que al menos, llevar una bolsa. Ahí llevaba alguna muñeca, mis papeles para jugar. Reconozco que eran un tipo de obsesión. Mi madre empezó a observar mi actitud y de ser un simple juego, pasó a preocuparse por ello. Así que en una de mis tantas visitas a psicólogos. Ella le preguntó al profesional por mi actitud, por mi juego y obviamente por mis bolsas. La respuesta fue simple y ahí, yo entendí de qué se trataba el mundo femenino. El psicólogo dijo: “Señora, no tiene de que preocuparse, las bolsas son su mundo”. No digo que mi mundo entre en una bolsa, pero en ese momento, era verdad. Mis bolsas llevaban mis tesoros, mis cosas más queridas, inclusive me acuerdo que en ellas fue a parar el sueldo entero de mi madre. Después de una crisis nerviosa que ella tuvo, le confesé que como me gustaban los billetes, los tomé. Fue un momento, en que hubo un cambio de moneda, y habían aparecido unos billetes grandes medios violetas ¿Se acuerdan? Bueno…no voy a desarrollar la anécdota, lo cierto es que me salve que me matara.
       Ya de adolescentes íbamos al colegio llevando nuestros libros en bolsas, y la competencia era, quién tenía la bolsa del mejor negocio de la zona. Si llevabas una bolsa de Hendy o Cayohueso eras re top. Boludeces de adolescentes, pero que tenía glamour.
     De grande, las bolsas desaparecieron y aparecieron las carteras. Y la cartera paso hacer el accesorio indispensable e indiscutible de una mujer. La verdad, es que odio usar cartera, aunque no me quede otra. Tengo amigas que aman gastarse fortuna en comprarse una cartera, y yo, cada vez que me compro una, es porque hay otra que se está muriendo. Una cartera buena, sin ser de marca, está como mínimo 150 mangos. ¡¡¡Lo que me duele gastar esa plata!!! No se dan una idea. Lo cierto es, que la cartera es ese toque femenino, es ese accesorio obligado. Pero es más que eso, es el mundo de la mujer. Mis bolsas de niña mutaron en carteras. Y ahí, dentro de una cartera hay una pequeña parte de mi mundo.
        ¿Qué no lleva una mujer en su cartera? El estado de ánimo también lo connota una cartera. Cuando en algún lado la abrís y se percibe que allí dentro hay un caos, es porque seguramente, una está en crisis. Si llevas una cartera pequeña, en donde solo te entra la billetera, el celular, las llaves y los cigarrillos (en mi caso) es porque tenes un día ordenado y no queres ir cargando ningún peso. Reconozco que mis carteras son un desorden. Como voy cambiando cosas todo el tiempo, llegó de un laburo, saco lo que no necesito, y vuelvo a cargar, mejor dicho, a tirar ahí adentro todo lo que pueda. Y sigo camino. Obviamente que cuando puedo, evito llevar cartera. Pero aún llevando una mochilita chiquita en mi espalda, ésta tiene de todo. Y lo triste, es que no puedo evitar llenarla de cosas imprescindibles, y por qué no decirlo, de no tan imprescindibles también.
     ¿A qué viene todo esto? En que en algún lugar, no sé dónde, perdí mi mundo o me lo robaron. Y en mi mundo, estaba el ser que me hace feliz. Y me quiero morirrrrrr. Primero, porque lo extraño, segundo porque me muero un poco de la vergüenza al pensar que alguien violo mi intimidad y lo encontró, allí, solito, sin su dueña. ¿Qué se me dio por sacarlo a pasear? No lo sé, fui una boluda importante por hacerlo. Porque en realidad, no lo saque a propósito, lo puse ahí por atolondrada, por estar siempre apurada. Y en ese cambio de cosas que hago, fue a parar ahí dentro, y de esto me avive, cuando saque mi billetera para pagar los cigarrillos. Perdí a mi Willy, y estoy en estado de desolación absoluta. ¿Cómo pude ser tan despistada? ¿Cómo puede ser tan desconsiderada con él, que me hace feliz desde que lo descubrí? Pregunté tímidamente a las personas con las que estuve ese día, si habían visto mi cartera. Y nadaaaa…la nada misma. “¿Dónde estás Willy de mi vida que no te puedo encontrar?” ¿Cómo pude olvidarme de vos en algún lugar? Todavía no me lo explico. Hice la respectivas denuncias, de documento, tarjetas…pero no puedo denunciar, que perdí a mi consolador. Nooooo. Me moriría de vergüenza. Es algo tan intimo, de hecho tenemos un vínculo tan nuestro, ¿cómo voy andar ventilándolo?
     De hecho, conozco a muy pocas mujeres que admiten que tienen un Willy en casa. Pues yo, en busca de mi Willy querido, he decido confesar. TENGO UN WILLY QUE ME HACE FELIZ!!!!!!...Y recomiendo que toda mujer tenga uno. Aunque esté en pareja. No importa. Hay un vínculo entre él y yo, que no tiene comparación con ningún otro. Es más mujeres, hay hombres que al enterase que una tiene un Willy, los excita y a otros hasta le tienen celos. Yo salí con un hombre que le tenía celos a mi Willy y me hacía mucha gracia. 
      Si no tienen uno, les cuento los beneficios que posee. Willy siempre ha estado para mi, jamás dice que no, jamás está cansado ni le duele la cabeza. No se cansa, no le vas a escuchar decir …“Uno pero buenooo”. Está a disposición tuya las 24hs del día. Te acaricia en el lugar que vos queres que lo haga. Eso si, tenes que tener en cuenta, que te perdes de sentir besos, manos, y que siempre tenes que estar atenta a que tenga las baterías cargadas. Cuando una tiene mucho tiempo en soledad, Willy te hace feliz, muy feliz. Es más gracias a Willy he mejorado, al menos yo, mis orgasmos. Y cuando lo hice participar con una pareja, uyyyyyyyyy…no les puedo explicar, fue alucinante. Es más, es ese Az en la manga que toda mujer tiene que tener, cuando un hombre te empieza a decir que el sexo comenzó hacer rutinario. Obvio, que te lo dice, cuando ya le hiciste el desfile de ropa interior, ya te disfrazaste de colegiala con uniforme escolar, etc. El repertorio de las sorpresas también se acaba. Willy jamás va hacerte ese reproche, y mucho menos, te va a mirar de arriba a bajo, para observar si tenes celulitis, si engordaste o no te depilaste. A él le gustas igual, así como sos. Y algo fundamental, nadie pero nadie, va a poder decirte que estás de mal humor porque no tuviste sexo. Si estás de mal humor, es porqué sí, no por falta de una alegría.
       En tren de seguir las confesiones, les digo que al principio, cuando alguien me sugería el cotillón o juguetitos, tenía una actitud defensiva, me daba cosita. Pero fui cambiando de idea, cuando la necesidad comienza hacer ¡¡¡urgente!!! Me animé y fui en su búsqueda. Me costo bastante, porque soy algo pudorosa. Observe la variedad que hay. Yo quería lo más real posible, nada de tamaños inimaginados, porque después ¿qué se hace?. Mi Willy cumplía todos mis requisitos, no era para nada ostentoso. Era él, era único, tenía personalidad. Sé que puedo salir a comprar otro. Pero no es lo mismo.
     Mis noches dejaron de ser las que eran, la soledad me invade, miro el cajón donde lo guardaba y me genera nostalgia, melancolía…LO EXTRAÑOOOOOOOOOO. Se me pianta un lagrimón a escribir esto.
Juro solemnemente, que nunca más llevaré un consolador en la cartera. Juro que ese ser preciado de toda mujer, no volverá a ir en ese mundo revuelto de una cartera. No saben lo feo que es sentir que perdí mi mundo, y a mi amante complaciente.

    Así que sólo me queda, volver a preguntar ¿Dónde estás Willy de mi vida que no te puedo encontrar?


Lola

viernes, 9 de julio de 2010

"Corre Lola corre"

Estoy en una época del año que empiezo a sentir que corro una carrera contra reloj, en dónde el tiempo se me escapa y no me alcanza para nada. El otro día leía una frase que mi hermana tiene en su Nick del msn “LA VIDA PUEDE CAMBIARTE EN UN SEGUNDO”. Cuanta razón tiene. Pero al leerla me pregunto ¿Cómo puedo cumplir con todas mis responsabilidades y a la vez tener tiempo para disfrutar? Y no encuentro la salida. Tengo una lista de gente que hace muchísimo tiempo que no veo, con la que tengo una comunicación tan escasa. Tengo amigos que me llaman, por suerte, y me dicen que tienen ganas de verme. Mi familia me ve de a ratos. Mis sobrinos que son la luz de mis ojos, tienen una tía que se pierde su crecimiento cotidiano. Ni hablar de mi ahijado, ya se habrá olvidado de la cara de su madrina.
Nunca mejor puesto el título CORRE LOLA CORRE. Corro del laburo a mi casa, a seguir laburando, de mi casa a la facultad, y cuando llegó a la noche, hay algunas, que sigo laburando y otras, caigo en la cama como una bolsa de papas y me quedó así. Estoy cansada. Y todo el tiempo me pregunto ¿Cómo puedo hacer todo? Y la verdad, no puedo. No me da el cuerpo, ni el día. Entonces me siento culposa, me angustió. Trato de decirme, “esto es ahora, ya vendrán tiempos mejores, de calma. Ahora estoy en este baile y tengo que bailar. Tengo que sacrificar cosas para poder sostener mi situación laboral, para poder terminar de recibirme y así cerrar un capítulo de mi vida. No aflojes” Me conformo como un chico. Pero me duele sentir que lo que estoy sacrificando, justamente es el motor que me da fuerza, los afectos. Ellos pagan, injustamente las consecuencias de esta vorágine. Este ritmo, sé que no es sólo mío, que muchos están igual. Lo sé. Pero qué quieren que les diga. Yo me enojo, me indigno, ¿Por qué estos tiempos convulsionados, estás sociedades, hacen que pongamos en segundo plano lo más importante que tenemos, aquello que el dinero no compra, ni puede mantener? Tal vez esto solo me pasa a mí, que no puedo terminar de organizar mi tiempo, que siento que todo me aplasta. Me angustia no poder cambiarlo, por lo menos, por ahora, por todo este año. Hay días que deseo que la vida me cambie en un segundo, que aparezca esa llave que me permita bajar un cambio y tener tiempo para todo, y para todos.
El lunes a la noche estaba en mi cama, con mi mate, mi cigarrillo y llenas de papeles. De fondo tenía la tele prendida. Y escucho a este “Tío Rico” haciendo un casting para encontrar novia. Prometiéndoles el oro y el moro. Ustedes que dicen ¿Me presento? Con lo que él gasta en una noche en un boliche, yo pagó mi alquiler y vivo un mes. Podría trabajar menos y dedicarme a terminar la carrera. No me preocuparía porque no llegó a fin de mes. Tendría más tiempo para todo lo que quiero. Jajajajjajajajajajaja. Me rio, debe ser ya que el cansancio me hace pensar pelotudeces. No podría hacerlo jamás. Hay cosas que no se venden. Yo no vendo mi vida a nadie. Pese que ahora sea el muro de los lamentos, y me ponga mal no tener tiempo. Pero prefiero esto antes de sentir que vendí mi alma al diablo por unos pesos.
No puedo mentirles, pese a la angustia que tengo, también me agarra miedo. Cuando mi celular, no suena, no recibe mensaje me da pánico de pensar que se están olvidando de mí, y lo que es peor, sé que si eso pasa es culpa mía. Esto no me lo perdono. Ya no me lo estoy perdonando. Quisiera poder compartir más momentos, darles más de mí. Sé que cuando logro hacerme el tiempo y veo a alguien, lo disfruto y soy feliz. Me emociona cuando me llaman y me preguntan ¿cómo estoy?, que se preocupen por mi. Mi vieja es uno de estos afectos, lo primero que hace cuando me llama es preguntarme si comí. Sabe que no soy de tener apetito, y que por estar corriendo me olvido de comer. Si, aunque no lo crean. Me ha pasado que registre que estuve un día sin comer, cuando mi mamá me lo pregunto. Así ando, así voy.
Hoy, mi historia es está, peleo contra esta rutina que me absorbe. Siento que esto de justificarlo diciéndome, “es por mi futuro”, es una reverenda cagada. Porque el ritmo laboral lo voy a tener siempre, es más, es mi naturaleza. Jamás me imagine quedarme en casa sin trabajar. Amo mi trabajo. Sé también que soy culo inquieto y siempre tengo la sensación de “que no sé nada”, y eso me lleva a estar estudiando, leyendo todo el tiempo. Sólo quisiera relajarme, hacerlo más tranquila, sin sentir que tengo la obligación de cumplir con lo que se me ordena. Poder sentir que trabajo y vida afectiva son compatibles. Me da terror pensar que el día de mañana, logre mis objetivos, pero se me fue la vida. Me da miedo imaginarme sentada en una mecedora, llena de libros, jubilada y sola como un perro.
Por ahora, no puedo cambiar esto. Juro que lo intento pero no puedo. Pero al menos quiero decirles a mis afectos, flia. Y amigos, que los adoro, que cada vez que los veo me lleno de felicidad, que los extraños todo el tiempo, sobretodo aquellos que hace muchísimo tiempo que no veo. No me olvido de nadie, los tengo a todos presente en mi corazón.
Hoy les pido perdón a todos, a ellos por no estar todo lo que mi corazón desea, y a ustedes, porque también están en mi vida. Porque valoro que se hagan unos minutos de su vida para leerme. Que me regalen este tiempo de lectura me da fuerzas. Les pido disculpas por tardar en subir esta historia, que como verán hoy no hay un relato…hoy son palabras que salen del corazón.
Lola