viernes, 24 de diciembre de 2010

Navidad, navidad, llegó navidad...!!!

El año parece irse de un plumazo...reconozco que la gente que conozco me dijo: "¡Vistes, que barbaridad, como se fue el año!" La verdad es que a mi tan rápido no se me pasó, estuve como los presos tachando los días. Pero, por suerte todo llega y hoy celebramos la Nochebuena. No sé ustedes, pero en mi familia los preparativos empiezan un mes antes con las cosas típicas, ¿Qué se va a comer? ¿Cuántos somos? ¿Cómo se reparten los integrantes casados? jajajajaja...No somos muchos de familia, pero gracias a la vida, somos muy unidos, así que siempre tratamos de una fiesta estar todos juntos. Este año, no sé dio así, a mi hermano le toca con la familia de su mujer,así que el vendrá el 31. El resto estamos todos. Y el 31 no están mis primas, les toca ir de sus suegros. Se imaginaran que cada vez que presencio una de estas charlas, me digo...¡¡Qué suerte ser soltera!! No tenes que pelear con nadie, no tenes que repartirte, no tenes que cocinar, sólo llevo mi presencia a donde me lleve el viento. Claro que en otras ocasiones, me lo planteo y digo todo lo contrario, ¡¡Qué lindo sería si tuviera que estar organizándome las fiestas!! Este año, no me agarró la nostalgia de la soltera, al contrario. Estoy contenta. Es más lo único que lamento, es que mi situación económica es AL ROJO VIVO, con lo cual, a los únicos que puse en primer lugar para comprar regalos es a mis sobrinos y a mi ahijado. Aunque ayer acordamos con mis hermanos regalarnos algo. Así que dentro de un rato voy en busca de los regalos de ellos y de mis viejos. Enero me espera la ciudad, pan y agua jajajajaja...Lo bueno es que voy a tener más tiempo para escribir, así que me verán más seguido por acá.
A mi, particularmente, me encantan las fiestas, es más me encantan todo tipo de evento familiar. Los disfruto, soy feliz cuando tengo a toda mi familia reunida, y sobretodo me divierto mucho. Como les dije mi familia es chica, mi padre no tiene hermanos, y mi madre tiene sólo uno. Con lo cual, tengo cuatro primos. Todos formamos LA COFRADÍA DE LOS PRIMOS, somos entre ellos y nosotros siete. Estamos en un momento de la vida en que casi no se sienten las diferencias de edades y eso lo hace maravilloso. Somos de gastarnos, de estar riéndonos todo el tiempo, de estar siempre. La gente que no es de nuestra familia y nos ve juntos dicen que no parecemos primos sino hermanos. Es verdad, de alguna manera lo somos. Frente a cada momento especial de la vida de uno, ahí estamos todos corriendo, de un lado para otro. Eso me llena de orgullo y felicidad. 
Con los años, aprendí, que los amigos van y vienen, son pocos los que nos acompañan hasta el final de la vida, pero la familia siempre está. Con todo lo que eso implica. A veces nos peleamos, pero después nos amigamos, discutimos, nos llamamos, etc. Lo cierto es que hay amor. Lo cierto es que uno siente que forma parte de algo, y que ahí están los lazos verdaderos. 
Soy una agradecida a la vida, sé que no todos tienen esa posibilidad, sé que hay muchos que sienten que su familia es mejor perderla que encontrarla, o que ni siquiera la tuvieron. Así que soy dichosa. 
Una vez más, la navidad me encuentra soltera, y con edad de señora jajajajaja, con mis bolsillos vacíos y mis tarjetas al rojo...Pero tengo la mejor riqueza que no tiene precio, UNA FAMILIA MARAVILLOSA A LA QUE AMO PROFUNDAMENTE. Encima con algo tan lindo, se agrandó, este año tengo tres sobrinos nuevos, así que estoy llena de bebes y de amor de niños, que hacen que me conecten todo el tiempo con la niña que fui y me dan el mejor rol que hoy por hoy puedo tener, SER TIA.
Querida gente linda, hoy les digo que a las doce de la noche brinden con su gente, con los que tengan al lado, siéntanse feliz por estar ahí, viviendo y compartiendo ese momento, que es único e irrepetible. La vida está hecha de instantes, que forman parte de nuestro corazón. Si en este año perdieron un ser querido, recuérdenlo desde el cariño, desde la alegría y no desde la tristeza que deja la ausencia, piensen que está ahí con ustedes. Mi abuela hace muchos años ya que no está conmigo físicamente y sin embargo, la tengo presente cada día de mi vida, y la extraño muchísimo, pero siempre elijo recordarla desde la alegría de haberla tenido en mi vida. No digo que sea fácil, pero hagan el intento. 
Cuando era adolescente, estaba desesperada que llegaran las doce porque sabía que a la una pasaban mis amigos a buscarme. Hoy ya no. Hoy elijo quedarme con mi gente, con mi mundo, con mis afectos. La sabiduría de los años no viene al pedo. Los valores se van modificando y se solidifican de alguna manera. Hoy a las doce, brindare por todos mis amigos, a los que amo profundamente, y brindaré con mi familia, les daré un beso y un abrazo. Levantaré mi copa al cielo y daré las gracias.
FELIZ NAVIDAD PARA TODOS
Lola

domingo, 12 de diciembre de 2010

CUENTA CONMIGO

¿Por qué cuesta tanto ser sincero? ¿Por qué algunas personas hablan de honestidad y no terminan de serlo? ¿Por qué nace la mentira? No lo entiendo. Es cierto que decirle a alguien que no queres tener una historia es feo y más cuando el otro está enganchado. Es cierto que por lo general, nadie dice que no le pasó nada con vos, que no tiene ganas de volverte a ver, o que solo quería pasar un momento. No soy una santa, en algún momento, como pude lo dije, o también desaparecí. Pero no me jacto de haberlo hecho, me sentí mal y a partir de ahí, como me sale fui diciendo las cosas. Ahora jamás utilice el verso, la mentira  ya sea para conocer a alguien, como para cortar. Y sin embargo, vivo cruzándome con hombres que el 80% de los casos, en nombre de la sinceridad, mienten. Por suerte, también me encontré con ese 20 % que va de frente y dice lo que tiene que decir, en tiempo y forma. Estos son los que en algunos casos, por no vernos más, recuerdo con cariño, y con los que si sigo teniendo contacto se convirtieron en buenos amigos.
Lo cierto, es que el ir experimentando esas “mentiras cotidianas”, hicieron en mí, que de alguna manera me protegiera, establezca una defensa y cambiara mi forma de pensar. Ahora dejo que las cosas simplemente sucedan, sin esperar nada. Si me sorprenden para bien, bienvenido sea. Si no es así, me digo, “por algo será”. He bajado muchísimo mi nivel de enrosque. Las mujeres somos así, nos enroscamos mucho cuando no entendemos  que le pasa al otro, cuando nos dejan espacios en blanco. Entonces buscamos la manera de llenarlos. Diciendo, “pero si en un momento me dijo tal cosa, o hizo lo otro, qué le pasa ahora que actúa de manera diferente”. Y cuando solas no podemos, nos reunimos con nuestras amigas y debatimos los hechos  tratando de encontrarle una explicación lógica que nos cierre. Las mujeres somos así. En cambio los hombres, tienen una practicidad que sorprende. No se enroscan, no piensan en el por qué de las cosas, simplemente, bajan la cortina y siguen. No digo que no hagan duelos, ni que no sufran. Digo que tienen otro estilo y otros tiempos. A veces me gustaría ser como ellos. Pero bueno, nací mujer, y el género manda.
Se preguntarán ¿A qué viene todo esto? A algo tan simple y en alguna medida, triste porque una vez más caí en la desilusión. Les voy a contar porque hace ya varios meses, dije y lo han leído en la historia “Cerrado las 24 hs.  por tiempo indeterminado”, que estaba de retiro espiritual. Al comienzo fue una decisión personal, pero después los avatares cotidianos me llevaron y me llevan a mantenerlo, sin que lo busque. Hace meses que estoy “a social”, es decir, cero vida social, ni siquiera con amigos. Cosa, aclaró, ya me está preocupando un poco porque ellos me hacen este señalamiento todo el tiempo. También es cierto que siempre fui algo ermitaña y que me gusta mi soledad. Pero bueno, esa es otra historia.
Cuando lo conocí, hacía poco que venía con el corazón con agujeritos, con lo cual estaba algo reticente a meterme en una historia. Pero estas cosas son así, una no dispone de nada, solamente suceden, y sin darte cuenta te vez envuelta en un rollo nuevo. Así me paso. Cuando empezamos hablar los dos estábamos dispuestos a que si aparecía la posibilidad de empezar una historia nueva con alguien, a tomar las cosas en serio, iba dejarse llevar sin poner trabas. De hecho, en eso yo soy muy precavida, nunca hablo de eso, dejo simplemente que las cosas me sucedan, y se den de manera natural. No creo que las cosas deben forzarse, sino todo lo contrario. Es más, prefiero que sin esperarlo, las cosas me sorprendan. Y él me había sorprendido, y mucho.
Durante los primeros quince días, fue estar pendiente del celular y del msn. Si yo no aparecía, tenía un mensaje que decía ¿Dónde andas? O en mi celular, me aparecían mensajes diciéndome: “estoy de reunión en reunión y no puedo dejar de pensar en vos”. A mí me pasaba lo mismo, no voy a mentirles. Hacía tanto tiempo, que no me sucedía algo así. Hacía tanto tiempo que no sentía la posibilidad de creer, que podía comenzar una historia bien, que podía de alguna manera, bajar esa barrera que me protegía. Él me hacía sentir todo eso. Cada palabra suya. Porque les aclaró, fue él que desde un comienzo empezó a decirme que él no quería ser un tipo más en mi vida, que no quería que yo fuera una más, sino que quería tener una historia y que se iba a encargar de hacer que yo siempre me sintiera bien. Creí. Fui tan ingenua que creí en cada una de sus palabras. Caí como una adolescente. Es más creo que hoy por hoy, las adolescentes la tienen más clara que yo. Lo cierto, es que estaba ilusionada, que me encantaba recibir todo el tiempo mensajitos en que leía, “TE EXTRAÑO… ¿Y VOS?”, o “NO PUEDO DEJAR DE PENSAR EN VOS” . Y sí, encontrarme durante el día con estas palabras, hacían que mi estomago se llenara de mariposas, que me sonriera en cualquier lugar y en cualquier momento, que corra para llegar a mi casa prender la pc, y quedarme hablar con él por msn hasta las cuatro de la mañana. Todo era fantástico. Todo hasta ese momento era, hasta que no estuviéramos juntos, cada uno era libre de hacer lo que quiera, pero una vez que eso pasara, íbamos hacer exclusivos. Lo cierto es, que la noche que estuvimos juntos fue perfecta. Él pasó a buscarme por la casa de mi tía, yo estaba de reunión familiar. Él se expuso a que mi familia lo viera. De hecho fue así. Mi tía abrió la puerta, mis primos espiaban por la ventana, mis hermanos y el resto de la familia me cargaba. Pero ahí estaba él. Apoyado sobre su camioneta, con una sonrisa de oreja a oreja, con cara de contento. Yo estaba igual. Además, hay algo que me olvide de contarles. Nos llevábamos súper bien, nos divertíamos mucho, nos reíamos tanto y también podíamos hablar de todo. Algo que me encanta que suceda.
Fue vernos y comenzamos a reírnos. Teníamos tantas ganas de estar juntos. Durante ese día contamos las horas que nos faltaban para vernos. Es más, él me jodía diciéndome, “mira que si estás enquilombada, nos vemos otro día”. Sabiendo que le iba a decir que nada que ver. Ahí estábamos, en la camioneta, rumbo a su casa, fumando un cigarrillo, matándonos de risa. Charlando como si nos conociéramos de toda la vida. Lo cierto es que cuando te sentís que estas en las nubes, te olvidas justamente de eso, que ese ser que tenes al lado tuyo, no lo conoces de toda la vida, que recién estás viendo lo lindo que tiene para mostrarte. Pero nada más.
Decirles que fue una de las mejores noches de mi vida, es no poder plasmar en palabras lo que vivi y sentí, en cada beso, con cada caricia. Ese hombre de 44 abriles, me hacía sentir especial, me hacía sentir que todo era posible, que por fin había encontrado alguien que me despierte las ganas de apostar a una historia. Fue mágica esa noche. Sentí, que después de mucho tiempo la vida me estaba dando una nueva  y linda oportunidad, como si me dijera, “fue bueno esperar, por fin algo especial me sucedía”. Además les confieso algo, siempre sentí que no tenía nada que compartir con un hombre que me llevara bastantes años, no por prejuicio, simplemente porque siempre considere que a mí me faltan cosas por vivir y  que el otro ya las había vivido. Con él me pasó todo lo contrario. Sentí que por fin en mi vida aparecía alguien que tenía el rumbo claro de su vida.
Volviendo a esa noche, como ya dije fue mágica. Sentir que teníamos tanta química, confianza, piel, era como si no hubiese sido nuestro primer encuentro; y sin embargo, fue así.
Amanecer juntos, sentir que alguien me abrazaba  y me llenaba de mimos. Fue maravilloso. Estaba tan desacostumbrada . Estuvimos juntos hasta el mediodía. Después me trajo a mi casa. Y algo pasó.
Durante los años que hice terapia, mi psicólogo siempre me dijo que creyera en mi instinto, que yo tenía un sexto sentido que me hablaba y que no fallaba casi nunca. Ahí estaba, mi puto sexto sentido, porque cuando baje de la camioneta, sentí una puntada en la boca del estomago, que me decía que “esto era muy perfecto para ser para mi”. Y fue así nomas. Ese domingo, hablamos por msn cuando él llegó a su casa y quedamos en que a la noche nos volvíamos a conectar. No sucedió. El lunes no recibí ningún mensajito de los que ya estaba acostumbrada a recibir, nada que hiciera referencia a lo que habíamos compartido, o si me extrañaba. Nada. El único que me mandaba señales y me decía,” habla por qué algo pasa”, era mi sexto sentido. Así lo hice. Durante el día mande un solo mensaje que no obtuvo respuesta. Así que a la noche lo llame. Su voz era otra, su voz antes de que me dijera nada me confirmaba que nada iba a nacer, sino todo lo contrario, que algo se terminaba antes de que comience. Arreglamos que cuando llegaba a su casa me llamaba para hablar conmigo. ¡¡¡Chan!!! Cuando te dicen así, sabes que el panorama no es bueno. No lo fue.
Me llamó con voz seria, y me dijo que el domingo a la tarde, después de haber estado conmigo, su ex, con quien había cortado a principio de año, había ido a su casa hablar con él. Y que al verla sintió que lo movilizaba, que no estaba la historia cerrada, que no sabía qué quería, que no sabía si me iba a volver a ver y que en ese estado no podía empezar nada con nadie. Pero sobretodo me decía que estaba siendo honesto. Les pregunto ¿Tengo que creerle? Sé que había algo de mí que le molestaba. Y es que a mí me cuesta muchísimo decir lo que siento, lo me pasa. Doy muchas vueltas. Los que me conocen saben que termino diciéndolo todo, es cuestión de tiempo. Es más, no es algo que hago a propósito, realmente es una dificultad que tengo y la sufro. Si tengo que decirle a cualquiera de mis afectos, que lo quiero, empiezo a sentir que se me anuda la garganta, que no puedo respirar, me duele el estomago. Es así, les juro que es feo. Sé que me cuesta porque tengo miedo de mostrarme tan vulnerable, de mostrar que desnudo mi alma, y sé también que me pasa, porque cuando lo logré hacer, me lastimaron. Lo cierto es que él me decía todo lo que estaba sintiendo y yo tenía un nudo en la garganta que no podía hablar. Cuando me pasa eso, automáticamente me pongo a llorar. Es sentir querer decir algo, y la impotencia de no poder hacerlo, es sólo eso. 
Yo escuchaba sus palabras, y pensaba ¿Qué casualidad, justo ayer apareció esta mina? ¿Por qué me está pasando esto? Y sí, “era muy perfecto para que sea para mí”. Mi cabeza, me repetía…”Sos una boluda, caíste de nuevo”. Yo sólo sabía que no podía, ni siquiera me interesaba competir con una historia de un año de noviazgo. Qué no entendía bien qué pasaba. No podía comprender que un hombre de 44 años no tuviera en claro que quería. Me hacía está composición de las cosas: Si aparece tu ex y te mueve cosas, ¿por qué no están juntos?”. Desde mi experiencia, al menos a mi me pasó, que cuando algo se rompió e hizo que cada cual siguiera su ruta, por más que lo viera y sienta algo, (porque vamos!!, siempre que uno tuvo una historia con alguien, con el que hubo amor y viviste cosas grosas, siempre te va a movilizar, por más que pasen mil años, y cada uno tenga su vida armada. Eso no quiere decir que tengas ganas de volver.)ya pasó el tren, sino hubiera sido así, estaría con esa persona. También aprendí que las segundas partes no son buenas, y menos emparchar las cosas.  No sé, al menos yo soy así. Lo cierto, es que lo escuchaba hablar y yo me sentía triste. Me costaba no caer en el lugar común de decir, no era más fácil, más honesto, decirme que sólo me querías curtir. Digo, diciendo esto siempre das al otro la posibilidad de elegir. Era necesario, decirme que querías una historia conmigo, y tantos mensajitos durante días.  No quise caer en esto. Es el día de hoy que no lo hago. Al contrario, me digo que estuvo bueno lo que viví, porque me hizo sentir cosas que creí que no iba a volver a sentir, porque me sentí viva de nuevo, porque es ley de vida, ganar o perder, pero siempre trato de quedarme con lo mejor de cada momento. Así lo hice y lo hago.
Lo cierto es que después de esta mini historia, quede marcada. De vez en cuando, cuando él tiene ganas, aparece en mi pantalla y charlamos un poco. Me sigue haciendo reír. Se preocupa porque yo tenga sexo. Su teoría es buena, dice que lo viva así, que tenga sexo sin pensar en nada más, que disfrute y listo. No importa si el otro me gusta o no. Ojalá pudiera ser así. Pero no, yo al menos tengo que sentir que ese otro me despierta deseo, me atrapa, me gusta; aunque sólo sea una noche. Ahora, hace tiempo que no aparece, y sé que no lo va hacer más. Yo jamás me niego a la posibilidad de los vínculos, si alguien me aporta algo en mi vida, si me parece buena gente, si comparto y puedo compartir lo que sea ¿por qué perderla? Siempre doy la posibilidad a que me conozcan y me doy la posibilidad de conocer al otro.  Pude no haberle gustado, pudo sentir que no quería tener historia conmigo, y eso es respetable, yo al menos, me doy siempre, que el otro quiera, la posibilidad de generar una amistad.
Sé que esta historia me marco, porque quise retirarme de las pistas por un tiempo. Volver a encontrarme conmigo misma para revisar mi corazón. Además, porque soy consciente que en este año, tuve varias desilusiones, él fue la última gota que rebalsó el vaso y mi stop. Por el momento, no tengo ganas de pasar por lo mismo. Creo estar entendiendo cada vez más el juego, cuando sienta que lo puedo jugar, saldré de nuevo al ruedo . Mientras tanto, hago lo mismo que él, sólo pongo todas las fichas y mis energías en mi trabajo y en mi estudio.
A él, me gustaría decirle, que me quedó con lo mejor, que agradezco haber vivido esa noche maravillosa, como cada charla, cada sonrisa compartida. Con eso me quedó, con lo que causo en mí. No fue un hombre más en mi vida. Fue alguien especial, alguien que recuerdo con una sonrisa aunque haya sido, un instante. Fue una linda huella más en mi camino. No tengo nada que reclamarle. Espero eso sí, que haya sido sincero. Al menos yo, lo tengo en ese 20% de los hombres que hablan con honestidad. No me miento, y digo, ¡Qué lástima que no pudo ser! Pero bueno, las cosas se dieron así y por algo será. Evidentemente, no era el hombre para mi, ni yo la mujer para él. No me arrepiento de nada de lo vivido, al contrario, fue una de las cosas lindas que tuve este año. Y si hoy, después del tiempo transcurrido, escribo este relato, es porque lo hago desde la mirada que recuerda los buenos momentos. Esto es algo que siempre hay que celebrar. Tal vez, a muchos les resulte una tonta, a otros una ingenua o simplemente una boluda importante. No importa. Yo valoro lo vivido. Todo siempre nos deja algo para aprender, para seguir creciendo y nos impulsa a seguir caminando. No me gusta, que la gente sea una flecha fugaz en mi vida, pero tampoco puedo hacer algo para que esto no sea así. Él otro siempre tiene razones aunque mi razón no entiende, pero respeta. Lo cierto, es que hablo desde el corazón, a él le digo: Gracias por los momentos compartidos, por haberse cruzado, aunque sea un ratito, en mi camino y yo en el suyo…Por eso desde mi corazón al tuyo, te digo cuenta conmigo.
Lola
P.D: Es un tema precioso, lo comparto con ustedes porque fue el que me inspiro a escribir este relato. Sé lo dedico a él, a vos...G.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Brindo por las BUENAS NOCHES

De a poco empezaron esos días que dan gusto levantarse de la cama, ver el celeste cielo desde la rendija de la cortina, ya me predispone a amanecer llena de optimismo y con una sonrisa. Desde que llegó la primavera, se me da por decorar mi casa con flores. Y aunque parezca una boludez, también eso me carga de buena vibra. Llegar de trabajar y encontrar mi pequeño lugar en el mundo, saludándome floridamente, me genera paz interior. ¡Con qué poco me contento! ¡Con qué cosas tan simples siento que estoy bien y me siento feliz! Siempre fui así, no necesito de grandes despliegues para sentirme dichosa. Soy de risa fácil, de andar con paso lento por la vida, aunque a simple vista parece que me llevó el mundo por delante. Ya no. Tengo miedo de perderme algo en el camino. De no poder vislumbrar lo que tengo frente a mis ojos. Y así voy, corriendo pero sin correr. Permitiéndome a cada paso que doy de disfrutar del paisaje. Aunque como ya he contado, y ya me han leído, me quejo siempre del poco tiempo que tengo para compartir o tener un lindo ocio creativo, como los romanos. Tuve una semana brava, dormí poco, hice mucho y el cuerpo ya me empezó a dar señales que el stress está cerca. Por eso, me dedique para mí, solo para mi, el fin de semana largo. Dormí todo lo que quise, todo lo que me dio la gana, me enrosque debajo del acolchado y sentí que era lugar donde quería estar. Sé que me perdí de un domingo hermoso, lleno de sol y cálido. Pero necesitaba sentir que no estaba obligada a salir corriendo, a cumplir con alguna responsabilidad, no había despertador…¡¡¡qué lindo!!! Pero bueno, después de tanto dormir, cuando asome al mundo, me encontraba despierta, descansada, y sin planes. ¿qué hacer? Es la misma pregunta que me hago cuando llega un sábado a la noche en la que tengo ganas de hacer algo y me encuentro con la dudas de ¿qué?. No sé si les pasa a ustedes, pero a mí sí. No soy como Roberto Carlos, o sea, no tengo un millón de amigos. Tengo pocos pero de fierro. Pero estos pocos, están en pareja, otros casados y con hijos, otros con hijos simplemente y el 1% solos como yo. Lo que les permite organizar algún encuentro necesario para alimentar el alma, o salir a su vez con otros amigos. Pero bueno, nadie estaba libre. Mi soledad no me impide hacer algo si tengo ganas, de hecho he viajado sola, voy de vez en cuando sola al cine, al teatro o a comer afuera. Les dije que me encanta sentarme en la mesa de un bar y perderme mirando el mundo que se presenta ante mí. Más si tengo mi cuaderno para escribir lo que las musas me manden. Pero la verdad, tampoco tenía ganas de salir sola, es más no tenía ganas de salir. Tenía ganas de algo especial. Sí, algo especial como preparar una rica cena, prender velas, poner a Nora Jones inundando el ambiente, mis flores en la mesa, y dos copas de vino. Dejarme llevar por una buena charla, reírme y amanecer con alguien como el destino hubiera dispuesto, ya sea abrazada a ese alguien, o con un mate de por medio, en el filosofar de la noche. Lo importante era disfrutar del encuentro. Pero esto también era imposible. De todas maneras, prendí las velas, el hornito con las esencias, puse la mesa, llene mi copa de vino, como me recomendó que hiciera mi amigo David. La noche me sumergió en un viaje hacia el pasado. Trate de recordar cada una de esas noches en que fueron especiales, en que sentí que el corazón no me entraba en el pecho de la felicidad que sentía. Y estuvo bueno el viaje, porque descubrí que fueron muchas las noches especiales. Recordé rostros que hace años que no veo, ni siquiera sé por dónde están; también volví a ver a mis amigos porque muchas de esas noches también ellos hicieron que fueran especial, noches con mi familia, noches de amor por qué no decirlo. Recordando me sentí Schahrazada, era como si contara un cuento cada noche, pero no hice la cuenta de si eran las mil y una noches…tal vez el número no importa, sólo sirve saber que las viví y que en cada una de ellas fui feliz, y me dejaron una huella en el alma. En este viaje al pasado, me encontré con su rostro, confieso que tenía miedo de que se me hubiera borrado. Una no puede olvidar a quien amo, a su primer gran amor. No importa el tiempo que haya durado, no importa cómo terminó la historia. Importan esas noches que quedaron en la memoria, en la que el perfume parece envolverte nuevamente aunque haya pasado mucho tiempo, en las que la piel se vuelve a estremecer como si se volviera a vivir. Me entregué al recuerdo, deje que éste recorriera cada rincón de mi cuerpo, volví a esa primera vez.
Era un invierno duro, el frío calaba hondo en los huesos, no había abrigo que alcanzara para sentir alguna parte de mi cuerpo calentita. Aquella noche ventosa y fría rendía mi último final, la materia más brava, con la profesora más exigente. Yo no sé si eran los nervios, si el aire había cambiado, lo cierto es que ya no sentía mi cuerpo, me senté en ese salón con la simple idea de que sea lo que Dios quiera. Dos horas duró el final. Fui la última en rendir el oral. Escuche esa voz suave pero firme diciéndome que había aprobado, sentí que el corazón me explotaba. Me acababa de recibir de periodista. Me acuerdo de la cara de mi profesora felicitándome y yo con la ansiedad de contarle al mundo que lo había logrado. Salí de ese lugar llevándome el mundo por delante. Fui al bar de la esquina, lugar de tertulias con mis compañeros, en el que pasé tardes enteras, noches, ya sea filosofando de la vida o estudiando. Entré, no había nadie. Fui hasta el teléfono público, llame a mi viejo y sólo dije: ¡¡Me recibí pá!!¡¡ No me esperen, me voy a festejar!! Colgué y volví a marcar. Llamé a mi chico, quién sabía que rendía y con quién había quedado que al salir de dar el examen, íbamos a festejar juntos. Así fue. Lo llamé y me dirigí a su casa. El camino hasta su departamento me resultó larguísimo, la felicidad que sentía me hacia ponerme ansiosa, inquieta. Cuando al fin llegué, el estaba terminando una reunión con un amigo. Así que estuvo un ratito y se fue. Cuando nos quedamos solos, me tomó en sus brazos y dijo: ¡¡¡Felicitaciones colega!!! Y me estampó un beso. Él se había recibido en tiempo y forma, o sea en diciembre. Y yo espere seis meses más. Así que ambos habíamos compartido un mundo especial. Compartirlo es una manera de decir, porque los años que duró la cursada sólo nos cruzábamos en pasillos, colectivos, alguna que otra reunión de consejo académico en la que los dos participábamos, y las reuniones de la revista en la que trabajamos. El azar había querido que nos convocaran para un nuevo proyecto y ahí nos encontramos, nos vimos como si fuera la primera vez. A partir de ahí hubo un juego de seducción que hasta resultaba adolescente. Más para mí que para él. Porque yo tenía todavía toda la inocencia de la adolescencia. Toda la pureza de quien no sabía de qué se trataba eso de enamorarse. Aquel beso, me hizo vibrar hasta la más profundo de mí ser. Yo no sé si era porque estaba tan revolucionada por mi título o porque realmente ese hombre, sabía cómo tocar las aristas impensables de mi cuerpo. Lo cierto que desde que nos dimos nuestro primer beso, a está noche habían sólo pasado dos en el medio. La primera también fue tan especial, tan única. Pero está la superó. Sentí sus labios y el mundo pareció desvanecerse. Nada importaba. No sabía ni como me llamaba. Lentamente, empezó a sacarme la ropa. Lo hizo con dulzura, tomándose su tiempo con cada prenda. Entre nosotros, le llevo una bocha de tiempo, porque era invierno y yo estaba super abrigada. Así que ni en pedo le decía que me tenía que pelar como a una cebolla. Pero así lo hizo, con todo el tiempo del mundo. Yo era un manojo de sensaciones y de nervios. Era mi primera vez, y él lo sabía. Mi mente se llena de esa imagen. El colchón tirado en el suelo, la luz tenue, sus manos recorriéndome y yo temblando como un papel. Suavemente me recostó y yo me acorde automáticamente de todas esas cosas que me dijeron mis amigas, “que duele, que la primera vez es espantoso, que hacelo con alguien del que estés enamorada” y no sé cuanta chorrada más. Yo ya era una boluda importante, tenía 21 años hacia relativamente poco que me había sumergido en ese mar de saber de qué se trataba el mundo, más allá de las cinco cuadras de mi casa. Lo hicimos con la inexperiencia de una primeriza y la experiencia de él. Con su paciencia y mi tiempo, con mis temores y su seguridad, con su ritmo y con el mío. Y el momento se volvió mágico. Sentía que levitaba de ahí, que mi cuerpo se desprendía y el mundo, ya no sabía donde quedaba. Fue una de las tantas noches que vinieron después. Como dije antes, por suerte tuve muchas noches especiales y espero tener aún más. Pero como esa, jamás. Dicen que el primer amor, es para vivirlo y dejarlo ir, que es muy raro terminar juntos. En mi caso, es tal cual. Fue un gran amor, que dejo su huella en mi alma, pero que se esfumo en el tiempo. Por suerte, pese a las lágrimas derramadas por ese muchacho. Siempre lo recuerdo con cariño. Por eso, hay noches como la de hoy, que puedo viajar al pasado, cerrar los ojos y verlo ante mí, con su sonrisa, con su buen humor, con su picardía. Recuerdo riéndonos hasta el amanecer. En algún lugar andará haciendo camino. La última vez que lo vi, fue como esa oportunidad que te da el destino, para decir todo lo que no se había dicho, para pedir disculpas. Mientras escribo esto me estremezco, porque lo último que me dijo mirándome a los ojos fue: “Yo sé que como me amaste vos, no lo hizo nadie. Lo que compartí y comparto con vos, eso no lo podre hacer con ninguna mujer y yo, soy un boludo, porque me encerré tanto en mis quilombos, que no supe verte, no tuve huevos de enamorarme de vos”. Qué quieren que les diga, es lindo que a una le digan algo así. Pero escucharlo después de haber sufrido tanto, es como que caen a destiempo las palabras, y él dolor que se sintió no se borra. También es cierto, que haber escuchado esto, me ayudo a cerrar la puerta, y a mirar para adelante. Con la certeza de que todo se capitaliza en la vida. Con la simple certeza de que las cosas son como tienen que ser. Después de tanto tiempo, me sonrió mientras lo recuerdo, pero como dicen los que saben, lo importante no es el primer amor, sino el último, aquel que te acompañe hasta tu último suspiro. La voz de Nora Jones reinaba en mi mundo, tenía mi copa de vino en la mano, miraba las flores que tenía delante, me sonreí y brinde por las noches pasadas pero deseando que las mejores noches, estén por venir. Lola

domingo, 19 de septiembre de 2010

CERRADO LAS 24HS. POR TIEMPO INDETERMINADO


¡¡¡Qué semana!!! Una semana atareada, llena de problemas laborales, de presiones, de correr para todos lados y tener esa puta sensación de no llegar a tiempo. Sumémosle a esto mi cansancio y mi estado de ánimo que viene de mal en peor.
Está semana empezó con una reunión de amigas. Hacía mucho tiempo que no nos juntábamos  para chusmear, aunque siempre nos mantenemos en contacto. Pero este finde, como ese milagro de la naturaleza que de vez en cuando te sorprende, ahí estábamos. Sentadas en mi pequeña mesa, después en  mi cama y en los almohadones, más relajadas pero con las lenguas afiladas para contarnos todo. Como si fuéramos adolescentes, tal vez recordando ese espíritu pero sabiendo que ya no lo somos.
El encuentro ameritaba una buena cena, una buena charla, un poco de alcohol y después para finalizar unos mates. Yo soy matera por naturaleza, así que si en algún momento no tomo mate siento que me falta el aire. Lo cierto que para recibirlas bien, me puse hacer algo que me gusta mucho y reconozco que es algo que hago con todo el amor del mundo, y es cocinar.  Prepare una rica comida. Ahí estábamos, la cinco, comiendo, charlando de nuestras vidas ajetreadas, de nuestros quilombos. Les cuento algo, ellas se conocieron por mi intermedio. A cada una la conocí en distintos momentos de mi vida y con cada una de ellas tengo un vínculo especial y único. Lo bueno fue que entre ellas también pudieron congeniar y sentir confianza para hablar lo que sea.
Cinco chicas, cinco vidas, cinco mundos distintos, pero con una esencia que en el fondo es la que hace que podamos ser quienes somos, MUJERES. Lo que quiere decir, que cuando más de dos mujeres se juntan, el gallinero está revuelto, todas cacareando. Esto es lo que hace divertido el encuentro. Después de la cena y de hablar de nuestros laburos que nos agobian, como el resto de nuestras rutinas; con una copa de vino en la mano, llegó el momento de meternos hablar de las profundidades, de lo que realmente nos pasa. Casi sin darnos cuenta, pero queriendo, María rompió la barrera. “-Estoy en un problema. Me siento rara. No tengo claro que me pasa.” Nos quedamos mirándola, tratando de que se sintiera lo más relajada posible para que pueda largar todo eso que tenía atragantado. “Hace un año que salgo con Mati, estoy bien con él, lo quiero. Nos fuimos de vacaciones juntos y no sólo la pasé genial, sino que me sentí  feliz. Después de esas vacaciones empezamos casi a convivir sin decirlo, pero bueno, siempre había una excusa para que yo terminara unos días en su casa, o él en la mía. La idea de irnos a vivir juntos estaba cada vez más firme. Yo lo veo a él cada vez más decidido. Pero yo me empecé a sentir rara, como que necesitaba mi aire. Así que ahí le plantee no vernos todos los días, si pasar los fines de semana juntos y alguna que otra noche en la semana. Mucho no le gusto, pero lo comprendió. Lo cierto es que esto también marco cierto quiebre. Lo hablamos, me dijo que no, que él respetaba mis tiempos, que él comprendía que estábamos en una frecuencia distinta y que no es fácil. Ahí le pedí tiempo para pensar. Nos separamos unas semanas. Aunque nos seguimos hablando por teléfono. Obviamente, que se terminó enojando conmigo, cuando me dijo: “¡Bueno, ¿qué mierda querés?! Y volvimos, pero yo seguí sosteniendo que quería tiempo para mí, para hacer mis cosas. Y siento qué hay algo que tengo que definir, o me voy a vivir con él, o lo dejo tranquilo y terminamos la historia. Y la verdad, no sé qué quiero.” Después de decir esto se le llenaron los ojos de lágrimas. A todas, creo que no sólo por acto reflejo, sino porque ahí nos dimos cuenta que todas por distintos motivos, estábamos para el culo. Cintia, la miró, y haciendo uso de su profesión, (es psicóloga) pregunto: “¿Estás segura que no sabes qué querés? A mí no me da esa impresión”. “A mí tampoco”, a lo que agregue: “- Mari, yo no estuve nunca en esa situación y admito que por ahí hablo por boca de ganso. Pero a mí me parece que cuando una está enamorada, lo quiere todo. Yo al menos lo siento así. No estaría planteando días para ver a la otra persona, porque tendría ganas de verlo todos los días, quisiera dormir con él todas las noches, compartir  todo lo que pueda y más también. Tal vez yo tengo una idea ingenua de lo que es el amor y la verdad hace muchos años que no tengo una pareja formal. Pero cuando la tuve, quería todo esto. Si estás condicionando el estar juntos, a mi me parece que hay algo que está haciendo ruido.”
Eli también dijo lo suyo “- Yo, estuve casada y por eso puedo decir que estoy de acuerdo con Lola. No es lo mismo querer a alguien, pasarla bien, que amarlo y convivir. Convivir no es fácil, pero si antes de intentarlo seriamente te sentís invadida, no sirve. Tal vez lo que convivieron te hizo ruido en algún lado, y te cuesta asumir que no estás enamorada.”
 “-Tampoco podes estar jodiendo, ninguna de nosotras es una nena. Así como nosotras detestamos cada vez que le escuchamos decir a un tipo,’ que no sabe lo que le pasa.., que no lo tiene claro.., que no sabe lo que quiere’…nos da por las pelotas, vos no podes mentirte. Ponete  en lugar del otro, si un tipo te dice lo mismo, ¿vos qué decis?, que te está mintiendo, que te está haciendo el verso, que no tiene huevos para ir de frente y decirte que no quiere tener un compromiso. Es así, nosotras puteamos todo el tiempo cuando escuchamos todas estas boludeces de los tipos. Y es más, cuando pasamos los 35 tacos, al oír  estás frases hechas, ya no las aguantamos, nos revuelven en estomago.” Estaba de acuerdo con La Tana, ya tenemos una edad en que no se puede no saber lo que se quiere, no se puede andar dudando de todo como si fuéramos adolescentes. Cintia fue más lapidaria, terminó diciendo, “- Mira, el no saber qué se quiere denota inmadurez. No está mal, a lo que voy es que si no estás madura para convivir con alguien está bien que lo admitas. Convivir es armar una pareja, un hogar, hacerse cargo de muchas responsabilidades, eso de ‘CONTIGO PAN Y CEBOLLA’ no existe. El amor no alcanza, convivir negri es construir un proyecto de a dos, con todas las responsabilidades que eso conlleva y si no te sentís lista para hacerlo, es sano asumirlo. Ahora a mi me parece que pasa por otro lado. Vos ¿qué queres, seguir jugando a la novia eterna o te estás dando cuenta de otra cosa? Yo puedo ser muy dura, pero para mí que a determinada edad alguien no sepa lo que quiere o le pasa, es no querer ver, es negar la realidad y vuelvo a decir, es inmadurez.”
El silencio se hizo presente, María lloraba. Yo me levante y fui a preparar el mate. La Tana, estaba contando que estaba harta de que Juan sea un bipolar de mierda. Pero admitía que ella frente a él se sentía débil, y siempre lograba convencerla. Que quería cortar con esta historia pero no podía, que no se podía bancar tantos insultos, tanta locura, que estaba harta de todo, por eso había decidido poner distancia y se había venido a Baires. Eli, después de su segunda convivencia, decidió centrarse en su trabajo. Acaba de lanzar su propio proyecto, largo un producto y está queriendo hacer dinero. Por ahora piensa en el trabajo y en su hijo. Está sola, peleándola,… Cintia. Su marido, o mejor dicho su ex la dejo hace unos meses, de un día para otro,  al principio la única explicación que le dio, “es que no sabía que sentía por ella, que quería estar solo”… Meses más tarde, se entero que salía con una amiga de ella. ¿les suena esta historia? Lo cierto, es que Cin, estuvo destruida, las noches que la vi llorar, que la vi desarmarse de dolor, fueron tantas y sé que todavía en su soledad, lo sigue haciendo. De mi, qué les puedo decir, mi historia no es tan diferente. Me cuesta sentir que a puesto a una pareja, y cuando lo hago, se me va todo a la mierda. Así que vengo con varios intentos fallidos en mi haber. Cansada de escuchar, “vos sos una mina inteligente, piola, simpática,… buena mina, linda, que por eso no quiero lastimarte” Cuando escucho esto, me pregunto, ¿no me quiero imaginar si soy una hija de puta? Tal vez, me iría mejor. Durante muchos años me puse una coraza, una armadura. Tenía perfectamente claro, que en las relaciones que tuve por aquel entonces, con ninguno me iba involucrar. Así fue. Sólo me divertí, la pasé bien. Pero tenía el corazón sellado con mil cadenas y mil candados. Sentía que había sufrido mucho y que no quería volver hacerlo. Con el tiempo y con los años que hice terapia, me fui dando cuenta que el apostar a algo, siempre tiene su riesgo, te puede salir bien o mal, pero independientemente del resultado, eso es lo que te hace sentir vivo. Y fue así, yo lo experimente en carne viva, durante muchos años fui un muerto en vida, incapaz de sentir algo por algún hombre que conocía. Hasta que me di cuenta que tampoco era lo que quería. A partir de ahí, asumí el riesgo. Y por el momento, sólo llevo perdidas varias batallas, pero no la guerra. Son más las lágrimas derramadas, que las felicidades compartidas. Pero la vida es así.
Ahí estábamos, cinco mujeres, con mal de amores. Cuando me toco hablar a mí, sentí que la verdad, yo sólo podía decir que había vivido una desilusión más. Había conocido a alguien, y mi corazón me había dicho que apueste, que me arriesgue. Pero, fue muy perfecto para ser para mí. Así que les terminé diciendo a las chicas, “Ustedes ven que vivo al lado de una iglesia, por lo tanto, mi casa se convirtió en un convento. Estoy de retiro espiritual. Cerré mi corazón por tiempo indeterminado.” Cintia me miró, se rió y me dijo: “- Vos sos la única de nosotras que pese a todo intenta. Sabe bien lo que quiere. Yo admiro tu forma de ser. Te he visto triste, te he visto llorar, pero a la vez reírte, sobretodo de lo que te pasa. De hecho ahora, lo estás haciendo. Vos no le escapas a nada, ni te aturdís, ni evitas pensar…algo que por ahí hacemos nosotras. Pero también es cierto, que sos la única que disfruta de su soledad, a vos estar en el convento no te cuesta nada. Sos ermitaña. Yo ahora estoy tratando de encontrar ese placer que vos tenes.”
Me reí…”-Chicas, como diría mi madre, un hombre no lo es todo en la vida de una mujer. Y como lo diría ‘La Loca de Mierda…un hombre no me condiciona, no me contornea, no me delimita jajaja’ Siempre me deje llevar por el viento. Salvo María y yo, ustedes tienen hijos. Algo que a mí me encantaría tener. Pero sé que el día que quiera ser madre, puedo hacerlo, sin tener la necesidad de tener un hombre al lado. No es lo que busco. Pero llegado el momento, es una posibilidad que nunca descarto. En cuanto, a todo lo que venimos diciendo, creo que no sé si te sirve Mari, pero te voy a decir lo que me dijo una vez mi vieja…’PARA EL AMOR, NO EXITEN PEROS’…Cuando me lo dijo, yo estaba en un momento de mierda, como ahora, pero ahí me di cuenta que lo que me decía era verdad. Si vos estás poniendo los PEROS en una relación, es porque no es para vos. Cuando a mí, el otro me los puso, me di cuenta, que lo mejor que podía hacer, aunque me doliera, era irme, bajarme del tren. Aprender a decir adiós. A mí siempre me costó un huevo y la mitad del otro, de hecho me sigue costando mucho. Pero hay momentos, en que no queda otra. Como dice el refrán: ‘NUECES PARA EL AMOR, ALCAUCILES PARA EL OLVIDO.”
La noche siguió entre mates, cigarrillos y charla de mal de amores. Pero como les dije, mi semana venía brava. La charla con las chicas había estado buenísima, la había disfrutado mucho, pero también era cierto que cada una tenía una tristeza en el alma. En los días de la semana, me toco hablar con mis amigos hombres. El martes, apareció El Turco,  y mi amigo Keb, son los dos hombres con los que más tiempo conviví. Hablando de convivencias jajajaj. El Turco es un loco lindo, lo adoro y la verdad es que él y yo no sólo nos llevamos muy bien, sino que además nos complementamos, nos divertimos, somos compinches. Ni bien me vio, me dijo…”¡¡¡ Uyyy, quién fue el boludo que te puso así!!! Hoy te mimo yo…, te cocino”…así que se adueño de mi cocina, yo seguía trabajando, estaba tapada de papeles. En eso se acerca con un mate, me mira serio, algo raro en él y suelta…” Vos sos la mina, que cualquier tipo, que tenga dos dedos de frente quiere tener. Sos muy buena mina, incapaz de joderle la vida a alguien, no sos rompe bolas que eso lo es todo. Sos linda, inteligente, independiente, super trabajadora… qué más puede pedir un hombre. No estés mal por alguien que no sabe valorarte.” El hijoputa me hizo llorar, así que sólo pude pararme y abrazarlo fuerte. Ese día se quedó a dormir y la verdad que me hizo bien. Terminamos riéndonos mucho, como siempre lo hacemos. Sacudió mis penas.  Al otro día, me llamo por teléfono mi hermano de la vida, Keb. Primero me escuchó, y después me cago a pedos un rato. “A ver, cuándo te vas a dar cuenta lo que vos vales. Haceme el favor de no estar mal por alguien que no lo merece. Da vuelta la página”. Yo escuchaba cada cosa que me decía y no podía dejar de pensar qué diferentes somos los hombres de las mujeres. Ellos manejan las cosas con una practicidad que hasta resulta aterradora. No cuestionan, no analizan, simplemente las cosas son y punto. En cambio nosotras necesitamos hablar y hablar y hablar del  tema hasta aburrirnos, lo analizamos de todos los costados posibles, tratamos de entender el qué paso, el cómo, el por qué pasó, y tratamos de entender a ese hombre que nos interesa, a veces hacemos tanto psicoanálisis barato que terminamos justificando lo injustificable. Lo bueno para una mujer es que después de hablar el tema mil veces con tus amigas, tenes amigos varones que te dan el mazazo final y te traen a la realidad. 
En mi caso, a mi me gusta tener distintas miradas, escuchar las opiniones de los demás, en este caso de la gente que me conoce. Así que llame a mi amigo David. Otro personaje. Porque la verdad, lo bueno que tengo son mis amigos, y cada uno de ellos parece haber salido de un libro, ser un personaje de esas historias que nos fascinan leer. David, también está entre ellos. Confieso que la manera que lo conocí a él, y nuestra pequeña historia merece ser contada. En algún momento lo hare. Ahora puedo decir, que es un personaje que me alegra haber conocido, me alegra saber que anda circulando en mi aire, es al que menos veo, pero sé que cuando habló con él, siempre tiene esa mirada de las cosas sin anestesia, su sinceridad, su franqueza puede ser lapidaria para quien no sabe apreciarla. Es un perro verde…jajaja…pero lo quiero. Lo llame, hacía mucho tiempo que no hablaba con él. Estaba enfermo y después de putearme un poco, para no perder su costumbre, me escuchó y eso me conmovió. Muchas de las cosas que  me dijo eran las que yo pensaba, pero escucharlas de un hombre, está bueno. Justamente, porque no me sentía una estúpida por creer en determinadas cosas. Él fue cortante, “Desaparece, que se cague…es simple el tipo que la va de que no sabe lo que le pasa no existe, es mentira. Yo estoy solo, tengo 40 años y sé que quiero, que es lo que busco. Pero también sé que soy un jodido de mierda. El próximo tipo que aparezca en tu vida, hacelo laburar. Si realmente está interesado en vos, lo va hacer, sino listo. Hoy los hombres sabemos que no nos cuesta nada tener una mina para garchar. Ahora, una mina que realmente sintamos que valga la pena ponerse de novio, es difícil de encontrar. Las relaciones se hacen cada vez más complicadas, a las mujeres creo que les cuesta más, porque se entregan, porque apuestan más rápido. Hacete valer. No estes pendiente del otro. Que sea el otro quien  te busque. Si le interesa va a volver, sino se la pierde. Ahora, si vuelve yo en tu lugar lo mando a cagar. No pienses más, hace tu vida. No pierdas un minuto más en alguien que no se lo merece.” Era el tercer hombre que me decía lo mismo, que me haga valer, que no merecía estar así y que yo valía, cosa que en momentos que una está mal, es lindo escuchar. No porque me alimente el ego. Simplemente porque a veces me olvido de mí. Ahí también me acorde de lo que mi hermano me había dicho, que fue muy parecido a lo que me dijo David. Pasa que una piensa que tu hermano siempre tiende a cuidarte, a contenerte. No le quito merito a sus palabras, pero yo sé que él me ama y es incondicional, por lo tanto, es obvio que también para ponerme bien, resalte las cosas buenas que tengo.
Después de la charla con David, me puse bien, medite mucho en lo que había vivido en los últimos meses. Por el momento decidí, estar de retiro espiritual, encerrarme en mi pequeño templo. Dejar que el tiempo pase, hacer el duelo. Cerré mi corazón las 24 hs, por tiempo indeterminado.  Me centre en todo el laburo que tengo que es mucho y parece no ordenarse más. En todo lo que tengo que hacer. Como hacen los hombres, que te dicen, en este momento sólo estoy pensando en mi trabajo. Pues estoy copiando la formula. Eso sí, antes de terminar la semana llame a María para ver como estaba. Su voz me decía que no estaba nada bien. Sólo me dijo, “No puedo ser egoísta, siento que no nos queremos de igual manera. Y es verdad lo que me dijeron, si estoy poniendo a cada rato un PERO, es porque no siento lo que se supone que frente a semejante propuesta debería sentir. Así que para no joder con sus sentimientos, y no estar en mis dudas eternas. Termine la historia. Él no se merece que yo en este momento de mi vida le regale fines de semana. Él lo quiere todo y yo no. Es así. Al principio lo llame para ver como estaba, después me llamó él. Pero termine por decirle que dejemos de hablar, que no nos veamos. Si seguimos manteniendo contacto nos vamos a seguir lastimando y no quiero. Hay que cerrar la historia, aunque te confieso que lo extraño”
Sólo opine que me parecía bien que no estén hablando todo el tiempo, sino caes en el masoquismo. Y que lamentablemente, cuando una historia se termina, con el dolor que eso implica, lo más sano es no verse más. Qué es lógico extrañar al otro, pero también hay que tener en claro cómo se lo extraña. Uno se acostumbró a determinadas cosas que ya no están. Y no está bueno extrañar desde la comodidad y desde el sentirse solo, porque eso te lleva hacer cagadas.
 
Llegó de nuevo el finde. Estaba sola. El teléfono no sonó, nadie se conecto. La soledad entró por la puerta, se acurrucó a mi lado. Así que preparé el mate, saqué un chocolate y nos pusimos a mirar una peli y milagrosamente, volví a sonreír.
Lola
Gracias a la vida, por los amigos que tengo. A los que formaron parte de este relato y a los otros que también son incondicionales. A todos, los adoro.