miércoles, 10 de octubre de 2012

A mi conquistadora de la vida, con amor...


"Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles". Bertolt Brecht

Esta frase siempre me llegó a lo más profundo de mi ser. No sólo porque siento que pase lo que pase, siempre lucho por las cosas que creo fervientemente, sino porque tengo a mi alrededor un circulo de personas a las que quiero con toda mi alma, que sé que son imprescindibles. De hecho me lo demuestran día a día. Y como siempre digo me hace muy feliz saber que están en mi aire.
Hoy, elegí hablar de una de ellas, de alguien que me ha enseñado tanto, que es tan imprescindible en mi vida y de hecho lo va a seguir siendo hasta el día que deje de respirar.
Este texto hoy, no va a tener una estructura de relato, tampoco de anécdota. Tal vez por eso a muchos no les interese. Tal vez me equivoque. Pero siempre que escribo con los sentimientos a flor de piel y de cosas muy personales, siento que por ahí aburro al resto de los lectores. Pero creo, que está bueno, porque es una manera de rescatar algunos valores que se perdieron en estos tiempos tan convulsionados.
Hablar de lo que sentimos no siempre tiene que ser aburrido o tedioso. Tal vez, si fuese más creativa o tendría más talento, este espacio tendría más seguidores. Agradezco que los que leen este blog,  porque son los que de alguna u otra forma, disfrutan de leer simplezas que tienen que ver con la vida misma, con el corazón.
Así que les pido permiso y de antemano pido disculpas porque hoy voy hablarles de alguien muy importante para mí.
Llegó una tarde, sin dar señales de aviso. El cielo estaba claro y la primavera hacía tiempo que estaba en la ciudad. Tal vez fue el perfume de las flores que llevo a que mis padres la llamaran Florencia, o por homenaje a la provincia italiana que vio nacer al renacimiento. No lo sé. Lo cierto es, que a mi vida había llegado Flori, mi hermana menor. Con ella llegó la alegría. Ya desde chica mostró su energía, su espíritu de aventura, su capacidad de lucha.
Mi infancia con ella estuvo llena de juegos a la muñeca, a la maestra, a la secretaria, al elástico, a disfrazarnos, pero con quien ella lograba tener aventura era con mi hermano. Ellos dos siempre fueron muy compinches no sólo para hacer maldades, sino porque ella siempre supo cómo seguirlo a él en cosas de varones. Treparse a los árboles, jugar carreras, a la pelota, a los soldados.Siempre andaban fabricando alguna carpa o choza en algún rincón. Al lado de ellos siempre fui la más tranquila, la que los seguía en caso de que nada me lastimara. En cambio Flori siempre fue corajuda.
 Nuestra niñez se empezó a construir en un departamento pequeño, durmiendo los tres juntos en una habitacíon, de tardes de salir a jugar a la puerta, al carnaval de terraza a terraza con los vecinos, en el patio de la casa de Sarmiento de la abuelita Iri, del fondo de la abuela Luisa. Ese mismo fondo del que hoy disfrutamos tomando sol, tomando mate y corriendo con nuestros sobrinos. Con ella fuimos a las guías y ahí empezó a desarrollar su espíritu de aventura y su pasión por hacer vida al aire libre. Mientras ellas gastaba cada gota de sudor en el deporte, yo lo hacía en alguna manifestación artística, danza, teatro y después narración oral. Mi hermano se inclinó por el dibujo y la música. En nuestras diferencias nos hermanamos.
Los tres, siempre fuimos los tres mosqueteros. Siempre nos defendimos y nos cuidamos. También nos hemos peleado y mucho. Pero cuando pasamos momentos duros, nos hemos unido más que la sangre que tenemos y  la carne nos quedó chica para compartir. Tenemos ese código que sólo la hermandad establece. Cuando estamos los tres juntos, creo que somos muy divertidos, siempre nos pusimos apodos, nos hemos cargado, nos hemos reído de nosotros mismos, como así también hemos llorado juntos y nos hemos acompañado siempre. Hoy sigue siendo igual.
Yo no sé si fue porque es la más chica y ya tenía un camino allanado o simplemente, por su personalidad, pero ella siempre innovo en la familia.  Mis viejos nos criaron de igual manera, sin embargo, pese que en muchas cosas nos parecemos, en tantas otras somos tan, pero tan diferentes.
Como dije antes, mi hermana menor siempre fue enérgica, y es más, lo sigue siendo. Mientras ella vive conectada a un cable de 220, yo vivo en la tranquilidad de mi mundo. Recuerdo ir de vacaciones juntas. Mientras Flori jugaba al vóley en la playa y se hacía de mil amigos, yo estaba sentada, tomando sol, perdida detrás de las páginas de un libro. Esa energía que la caracteriza, es la que la empuja. Siempre digo que de mi hermano aprendí la fortaleza, y que de ella la perseverancia. Es así, ella es la persona más perseverante que conozco en el mundo. Se pone una meta y la cumple. La he visto caer, llorar, brotarse de alergia y seguir tras lo que ella soñaba. Su carrera de hecho fue así, una montaña rusa. Ver como alcanzo su título fue algo que me explotó el corazón de felicidad. Es tan especial. Si quiero tener la verdad sin filtro y sin anestesia está ella. No tiene doble cara, ni vértices. Puedo quererla matar cuando la veo tan dura, pero también puedo desarmarme cuando la veo sensible. Adoro reírme con ella. Yo no sé si es porque la hago reír o porque es ella la que me hace reír a mí. Pero lo cierto es que cuando estamos juntas nos divertimos mucho. Es de fierro, es incondicional, es una persona que te sorprende por lo querida que es. Yo soy la hermana, mi amor para con ella es único. Pero siempre me emociona ver como la adoran los demás. Ella es Flori, martita, la doc, para todos sus amigos. Es como la canción de Roberto Carlos, tiene un millón de amigos, por donde ella pasa deja una buena siembra. Esto me hace feliz y me enorgullece.
Hace unos años atrás, unos cuantos años atrás, empezó a realizar turismo aventura. Algo que a mí jamás se me ocurriría. Mientras a mí me gusta contemplar las montañas, pues a ella le gusta escalarlas. Así fue como de cada viaje que hizo siempre quedó la frase: Hizo cumbre. Y de hecho fue así. Siempre llegó a la cima de cada montaña que escaló y también con cada cosa que se propuso. De hecho su frase de cabecera es “VAMOS POR MÁS”.
Hace un año, emprendió una gran aventura, se fue a vivir al sur. A un pueblo perdido de la provincia de Santa Cruz. Fue hacer patria y a llevar su vocación de servicio. También a realizar todo lo que la ciudad de la furia le impedía hacer. Fue un golpe. Mis viejos todavía no superan su partida. Mi hermano y yo, entendimos que ella tenía que seguir su destino, pero nos dolió en el alma. Después de un año es tan raro el sentimiento que me invade. Porque no la siento lejos, pero tampoco cerca. Pese a que hacía bastante tiempo que no vivíamos juntas, no dejo de sentir que no la tengo en lo cotidiano de mi aire. Sin embargo, hablamos todo el tiempo, estamos pendiente una de la otra. Cada vez que conversamos y la escucho feliz, siento que yo soy feliz por ella. Sin embargo, hay una distancia real que duele. Hay un extrañarse todo el tiempo que a veces me surge la necesidad de tenerla más cerca. Pero aprendí, que amar es no ser egoísta y es abrir la puerta para salir a jugar. Amarla es acompañarla en su aventura, en su decisión, es estar siempre ahí, al alcance de su mano para cuando me necesite.
Cuando éramos chicas hacíamos todo juntas, hasta ir al baño. Si alguna tenía miedo, se pasaba a la cama de la otra. Nos vestían iguales, cosa que  odiábamos. Tenemos un aire muy parecido, incluso alguna vez alguien nos llegó a preguntar si éramos mellizas, y nos sorprendimos porque siempre nos vimos tan diferentes. De hecho lo somos. Ella es más alta que yo, más flaca. Yo le llego al hombro, siempre fui la chiquitita y la gordita de la casa. Ella me tiene como osito de peluche, mientras yo espero ser su muleta para sosterse si me necesita. Por suerte, nuestras diferencias se igualan cuando vía msn, facebook, celular, estamos ahí, atentas, atentos. Con mi hermano es igual.  Tal vez por ser la del medio, o por ser la más sensible, soy la que más cosas añoro y la que más disfruto cuando estamos juntos. Es el día de hoy, que todavía extraño nuestras noches, cuando estábamos los tres solos y cada uno llegaba de trabajar o de la facultad, y nos sentábamos a tomar mate. Los tres somos muy materos. Herencia de la abuela. Infusión que nos une y que nos invita a la charla, a reírnos y sobre todo, a compartir.
El día que la ví subir al avión, el corazón se me partió en dos. Pero fue una de las pocas veces que sentí que no me abandonaban. Jamás se me ocurriría pedirle que vuelva. Ella encontró su lugar en el mundo y eso no sólo es grandioso, sino que es una bendición que no muchos pueden tener.
Mi hermana es para mí otra mujer importante en mi vida, es imprescindible. Admiro su perseverancia, su capacidad de lucha, su espíritu de aventura, su tenacidad, su fortaleza, su sensibilidad escondida, su risa, su alegría, su optimismo, su mirada siempre en positivo para alcanzar la meta, su espíritu de conquista. A donde ella va, deja una huella que los demás saben mirar. Es la típica escorpina, su carácter es fuerte pero su corazón es noble, esponjoso y frágil como el mejor cristal.
Al lado de ella me siento pequeña, en todo sentido. Se supone que yo debería cuidar de ella y sin embargo, siento que ella cuida más de mí. Sí sé, que siempre procuré que no le ocurriera nada si yo estaba a su lado.
No sé si pude o puedo enseñarles algo a mis hermanos. Sólo sé, que si siempre trato de estar con una sonrisa en mi rostro es porque ellos me enseñaron a mirar el lado positivo de las cosas, a no bajar los brazos porque están ahí para sostenerme, porque nos une la vida, la carne y la sangre.
 Aprendí el valor de llegar a la cima, porque pude ver el sacrificio, la perseverancia, el esfuerzo de hacer cumbre y el valor de ser conquistadora de la vida, por mi hermano mayor y por ella, mi hermana menor, a la que cariñosamente la llamo Norma. Si decaigo, siempre tengo su voz diciéndome que tengo que ir por más. Con lo cual, frente a estas palabras,  no me puedo permitir abandonar mis metas. Puedo recrearlas, resignificarlas, cambiarlas, pero no dejarlas al costado del camino. Siempre, siempre hay que ir por más.
Hoy, cuento los días para verla, para sentarme a la mesa con toda la familia, para salir hacer compras, para chusmear con ella, para que nos riamos los tres juntos. ¿Falta mucho para que llegué diciembre?
No me queda más que decirle a mi hermana, que la espero como siempre, que la amo con todo mí ser, que la extraño mucho, que le agradezco el estar tan presente en este momento tan especial de mi vida. Y que siempre estoy a su lado. Gracias por enseñarme tanto, gracias porque tu fuerza hizo que yo me sienta una conquistadora de la vida. Ella y mi hermano son de esas personas que luchan toda la vida, por eso me son imprescindibles.
Lola
P:D: Perdón si este texto tiene errores de redacción o de normativa. Pero lo escribí dándole paso a lo que mi corazón me dictaba, no me preocupe por si esto es literario, si utilizaba un lenguaje poético. Son palabras salidas como un chorro de mi corazón al corazón de ella.
Este mes cumplis años,  y quería regalarte algo especial...
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