viernes, 28 de mayo de 2010

Como ser una pequeña diosa y no morir en el intento


¿Les pasó alguna vez que te preparaste para vivir la mejor noche de tu vida y algo inesperado te rompió las expectativas? ¿Qué te produjeras pensando en que te ibas a llevar la noche por delante y que terminó siendo al revés, la noche te llevo por delante a vos? Sino te pasó, me alegro por vos, porque a mi sí. Es más, les confieso una cosa, uno de los motivos por los cuales escribo este blog, es porque muchos de mis amigos, cuando les cuento mis anécdotas me terminan diciendo "¡A vos te pasan estas cosas, tenes que escribirlas. Sos muy graciosa! Yo no sé si soy muy graciosa. Pero aquí estoy, relatando una de esas cosas que me suceden y son de no creer.
Después de mucho insistirme para salir, logramos congeniar sus tiempos y los míos. Así que pudimos arreglar el tan dichoso encuentro. Ambos sabíamos que hacía rato que nos veníamos seduciendo e histerequeando. Un juego que siempre tiene su encanto pero que sino se produce una variante, se agota y termina resultando aburrido. Y yo suelo aburrirme con facilidad. Al principio me embaló pero si después no percibo que la cosa se va poniendo más interesante, pierde el encanto y ahí, me aburrí. Entonces ya me empieza a dar lo mismo.
Retomando la historia. Las ganas de vernos venían de hace tiempo, así que sabía que hacerme la defícil iba a quedar muy desubicado de mi parte. Tampoco se la iba hacer tan fácil, más bien, iba a dejar que la cosa fluya por si sola. Además, a la edad que tengo ya probé mil estrategias diferentes para que una historia resulte, y ninguna de ellas me dio el resultado deseado. Así que desde hace rato, bastante rato, decidí hacer lo que siento y relajarme frente a una cita. La verdad sea dicha, si algo tiene que nacer entre dos personas va a nacer más allá de una. Así que ya de dejé de hacerme espéctativas frente a un encuentro, lo que me digo es: "QUE SEA LO QUE TIENE QUE SER Y PUNTO. LO DEMÁS VIENE SOLO. HAY UNA SOLA  VIDA, ASÍ QUE HAY QUE DISFRUTARLA."
Yo tenía ganas de salir con él. Estaba contenta. Así que el día anterior a la cita me puse a pensar en lo que me iba a poner. Ese día llegué a mi casa después de trabajar, me preparé el mate y mientras tomaba uno, abrí el placard.
Empecé a sacar cuanta cosa se me ocurrió y aprobarme diferentes atuendos frente al espejo. Lo que me quedará mejor iba ser la elección. Pero también buscaba romper con mi estilo tan informal. Es que no me gusta producirme mucho ¡qué sé yo! Cuando me veo muy adornada, o con algo que no estoy para nada acostumbrada a usar, siento que no soy yo, me veo frente al espejo y trato de descifrar de qué me disfrace. Aunque reconozco que a veces está bien dejar los jean a un lado y ponerme un lindo vestido. A mi me cuesta. Amo andar de pantalones y botas bajas cuando empieza el frío. Para colmo de males, tengo uno pies de mierda. Primero, mi número es indescifrable, según la marca y la horma de los zapatos calzo 33,34 o 35. De todos estos números tengo botas, zapatillas, chatitas, zandalias, etc. y todos me van bien, eso es lo loco. Segundo, una de las tantas cosas que herede de mi madre fue el metatarso vencido, lo que significa que ponerme tacos altos es algo que hago escasas excepciones, para algún evento especial, de esos que no me queda más remedio y sólo, me los pongo un rato, porque soy la típica que lleva las chatitas en la cartera. Tener pies pequeños, con formatos de empanadas y con el metatarso vencido, significa que tener una parte apoyada en el suelo y otra en el aire, es una milenaria tortura japonesa para mí. Es sentir que una aguja se te clava en la planta del pie y te llega hasta la cabeza. O sea, sé que la fantasía de muchos hombres son las mujeres con tacones, pues en esto, mi campo es muy limitado, yo voy a decir siempre..."Si queres me calzo los tacos, en cuatro paredes y por un lapso de diez minutos". Además, les digo algo, puedo tener muchos complejos, pero no el de la estatura. Mido 1,50 m o sea, ni que me ponga 15 centímetros de alto voy hacer alta. Más bien voy a parecer una boluda importante, que cuando camina parece que pisa huevos y encima, corro el riesgo de caerme y romperme una pata. Hay que tener en claro que una cosa es ser elegante y otra muy distinta es ser ridícula.
El vestido estaba elegido. Mis botas grises de taco bajísimo también. Ahora cuando abrí mi cajón de ropa interior, pegué un grito..¡¡Nooooooo!!! ¿Qué era eso, el cofré de las antiguedades? Lo más importante y para nada seductor. Naaa, urgente tenía que comprar un conjuntito nuevo. Porque hasta soy informal para eso. Lo mío es muy simple, algodón, blanco o negro y para de contar. Con el tiempo pude abrir un poco este aspecto, sobretodo cuando en una época de mi vida, con mi hermana vendíamos ropa interior, ahí me jugué un poco más. Eso sí, al rojo todavía no me animé. Pero como les decía, al otro día tuve que salir a comprar mi conjuntito nuevo. A la tarde me llamó para confirmar la hora que me pasaba a buscar.
La noche estaba gris y fría, muy fría. ¡¡¡Y a mí que se me había dado por ponerme vestido!!! ¡¡¡Lo que me putie, no se dan una idea!!! Ni bien me vio, me dio un beso que me dejo vibrando como un celular, en la vereda.
Fuimos a cenar, después a tomar algo. A ver..."TOMAR ALGO", entiendase ir a su casa. LLegamos, prendió poquitas luces, puso musiquita, sacó un champaña de la heladera y nos sentamos en el sillón. La noche estaba saliendo bárbara, nos reíamos mucho y eso es algo que me encanta que suceda.
Las burbujas comenzaron hacer efecto. Para este entonces, yo tenía a ese hombre de 1,90 m recostado dulcemente sobre mí, besándome apasionadamente. Después del segundo beso, mis botas volaron como dos perros asustados. Mi vestido, como una gaviota sobre el mar. Sus manos recorriendo mi pequeño cuerpo, digo pequeño por mi escasa estatura al lado de la suya. ¡¡¡Ya sé!! Todo hombre dice...¡¡¡Qué linda, chiquita, maniobrable!!! Y sí. Así fue que en plenas maniobras comencé a sentir un pequeño dolor que empezó en el pie y fue subiendo rápidamente hasta mi cadera. El calambre que me agarró me estaba matando. Yo estaba en pleno clímax, pero tuve que cortar todo su arte amatorio. Apoyar el pie en el suelo frío hasta que se me pasará. Me lo tomé con humor, me empecé a reír, no sabía dónde meterme...Sabía, que había que remontar esa situación costará lo que costará, o sea, tenía que ponerme a trabajar. El dolor desapareció y volvimos a la carga. En lo mejor de lo mejor, otra vez el calambre. Me quería morir, ahora era más intenso el dolor. En un momento, entre el dolor y el placerque estaba sintiendo, tuve un lapso de lucidez y pensé ¿Qué hago, corto nuevamente este momento o trato de pilotearla lo mejor que pueda y hasta que aguante? Pues hice lo segundo. Así que haciéndome la mujer fatal, le fui proponiendo recorrer un poco el kamasutra con tal de buscar una posición para que la pierna doliera menos. Sino hubiera sido por ese dolor de mierda, hubiese estado en el séptimo cielo.
Él me miraba y me decía..."¡¡¡Uy, cómo estás gozando, me matasss!!!"... Y yo pensaba...¡¡¡Ufff!!! me estoy muriendo. Gozaba, eso no lo voy a negar, pero mi cara más que de gozo era de sentir ese dolor insoportable, que estaba aguantando estoicamente. La sesión de sexo terminó. Le pedí pasar al baño, comu una lady caminé, sin que se notara dolor alguno. Cuando cerré la puerta del baño me retorcía de dolor. La verdad es que era para que me filmen. Empecé a masajearme la pierna con desesperación, hasta que poco a poco el calambre fue desapareciendo. Salí, como si nada hubiese pasado, como si no hubiera estado retorciendome como una víbora en el baño.
Él me esperaba sonriente, y me hacía sentir que todo había valido la pena. Me quedé a dormir con él. Me encantó que me abrazará y no me dejará ir. A la mañana, me despertaron sus caricias y ahí sí que no me sucedió nada extraño. Pude ver el séptimo cielo, y otro más de regalo por la noche que había tenido.
Esa noche no fue perfecta para mí, no nos vamos a engañar. Sentí que tanto elegirme el vestuario para que me agarrará ese calambre de mierda y me arruinará el momento. Pero bueno, son cosas que pasan. Yo me había esmerado, me había producido, quise ser una diosa para él en todos los aspectos y no pensé que iba a surgir ese maldito imprevisto, pero al menos la pilotie lo mejor que pude. Lo bueno es que cuando pasan estás cosas una aprende y yo aprendí, que con un poco de producción todas podemos ser diosas. Ahora... lo somos realmente, cuando enfrentamos lo inesperado, y de esto sólo se enteran nuestros amigos, pero jamás el galán de la historia.

Lola

 

martes, 18 de mayo de 2010

Mariposas en el estómago

Según "El Secreto" uno tiene que querer mucho algo, desearlo realmente y tener bien pero bien en claro, aquello que queres pedir. Nosotros no tenemos que preocuparnos por el cómo, eso aparecerá y estará en tu vida. Trato de seguir detalladamente esos pasos, pero a veces la mente me traiciona hasta que me doy una
cachetada para ponerme en órbita de nuevo con el universo. Ahora bien, en el trayecto me pregunto, porque obviamente, si hay algo que no puedo dejar de ser es analítica, ¿Qué me pasa? ¿Por qué no me mueve ni  un pelo el tipo que se interesa por mí, que se desarma por conquistarme? ¿Por qué me parte la cabeza, justamente, ese otro, ese que sé que puede ser una estrella fugaz, que no piensa en tener una historia? Y ahí es cuando lisa y llanamente quisiera cortarme las venas con una zapatilla de baile de Julio Bocca. Y si..., si una decide suicidarse que no sea con un pedorro Tramontina, al menos matarse con  glamurrr...bahhhh...no soy capaz de matar una mosca y menos de producirme algún daño, según mi odontóloga, tengo un bajísimo umbral de dolor..¡¡¡Aaayyyy!!! Como decepciona, enoja y hasta un poco duele sentirse así, como yo me siento. Tengo ganas de putear bien fuerte... "¡¡¡Freud, vos y tu media naranja se pueden ir bien a la reputísima madre que los pariooo!!!"...Poco femenino lo mío. Se supone que una dama no debe hablar así, que no puede ser un carrero. Es verdad, pero ¡¡¡hoy me cagooo en esas pelotudeces!!! Me salió el camionero de adentro y lo libero (con todo respeto al rubro caminero, pero bueno, ellos se hicieron su fama)
Lo cierto es que conocí un chico, con el cual no me pasó absolutamente nada, estar con él y estar abrazada a un árbol era exactamente lo mismo. No tuve el coraje de decírselo, ese fue mi gran error porque fue terrible, justamente yo, que me jacto de andar con la bandera de la sinceridad, de pregonar las palabras de Serrat..."Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio". Yo no pude pronuciar palabra alguna. Pero me pareció horrible decirle que no me gusto ni un poco, que no me calentaba en lo más mínimo, y que en el sexo prefería estar con un consolador antes que con él. Me pareció muy animal de mi parte decir algo así.
El flaco comenzó a insistir para vernos de nuevo, y empecé hacerme la complicada, ¡ojo, no tuve necesidad de mentir, mi vida es de por sí complicada! pero bueno ahora era aún más. Es más, discutimos...¡Va! el discutió conmigo porque yo no dije ni mu. Comprendía en cierta medida su enojo, así que lo deje expresarse libremente. ¡¡Lo que no me dijo!! Menos linda, de todo. Ahí creí que todo se había terminado. Me sentí mal porque no me gusto la forma. Pero bueno, después de muchos años de análisis aprendí que cada cosa tiene el final que puede y, que un final siempre es un mal trago, porque nunca va hacer como nosotros lo pensamos, simplemente es.
Yo seguí metida en mi enquilombada rutina. Un día, como por arte de magia, aparece en mi celu un mensajito de él. No sabía qué hacer, cómo decirle diplománticamente que no iba a salir de nuevo y menos, después de todo lo que me dijo. Porque está bien que yo lo haya escuchado, su enojo era razonable por eso escuché cada una de sus duras palabras. Pero era obvio, se caía de maduro, que después de ese episodio no iba a volver a salir con él. Me preguntó ¿Sí vos decís todo lo que se te ocurre, hasta llegas a ser algo agresivo, no esperas que el otro haga como si nada pasó? Yo al menos, no puedo hacer como si nada hubiera pasado. Así que respondí, con la verdad, "No puedo, estoy saliendo con alguien". En ese instante, el infierno vino a mí como una ráfaga, como un tsunami, porque...¡¡¡lo que no me dijo ese hombreee!!!...que era una hija de puta, que era una cobarde, que no tenía ovarios, que era una soreteeee...no respondí, deje, una vez más que él se exprese libremente y corte. La verdad es que no podía entender lo que me ocurría, revisaba en mi memoria y en ningún momento le dije que él me encantaba, o le di una idea de proyección, o le genere una expectativa. ¡Ahí no estoy segura! Porque cuando me despedí esa vez él me dijo de volvernos a ver y respondí, después vemos como arreglamos (una frase que escuché tantas veces de la boca de un hombre cuando sabía perfectamente que no nos íbamos a volver a ver) Tal vez fue eso. Qué sé yo.
Al poco tiempo de este suceso, me pasó exactamente lo mismo. La diferencia, es que este era todo un caballero y no me puteó, y yo después de la experiencia anterior, también aprendí a decir mejor las cosas o al menos, decirla como pude tratando de ser sincera y clara. Fue simple, sentí que él se agarró un embale terrible y ¿yo? Nadaaa...la nada misma habitaba en mí. Ante su..."Negri, cuando nos volvemos a ver, me encantó la salida que tuvimos, quiero que esto siga, me encantasss..."Como pude, como me salió, dije timidamente..."Mira, todo bien, la pase bárbaro, pero yo...yo no sentí mariposas en el estómago". Según él, ésta es una frase muy estúpida de las mujeres. Tal vez sea así. Tal vez sea una  frase chota. Pero si hay algo que a esta altura de mi vida nadie puede venir a cuestionarme, es que yo, justamente yo, me conozco como la palma de mi mano. Yo que vivo analizándome del derecho y del revés, de adentro hacia fuera y viceversa.  Sé lo que es sentir química con alguien en el primer roce de mejillas,  tener esas cosquillas en el estómago cuando ese hombre que tenes enfrente tuyo te habla y empezas a desear que se callé para que te estampe un beso. ¡¡¡Vamos, que las mujeres, somos por naturaleza sensitivas!!! Nosotras funcionamos con los sentidos por sobre todas las cosas. Así como un hombre tiene la facilidad, de ver la foto de una mujer desnuda y excitarse; nosotras necesitamos de otra cosa...¡¡Sí!! Necesitamos de esa magia, sin esa magia especial, nos guste o no, no funcionamos. Tal vez, no le gustó lo que le dije. Le pudo resultar la boludez más grande que haya en el mundo. Pero boludez o no, esa era mi verdad. Y no me iba a obligar a probar de verlo otra vez, a ver si aparecían las mariposas en el estómago, o si se daba esa química especial, porque si no surgieron de un primer momento, sé perfectamente, que no iban a surgir. 
Las mujeres, al menos yo, somos obvias, como dice un amigo mio. Y sí, si alguien nos interesa, esperamos que ese teléfono suene, ansiamos escuchar su "¡Hola!", nos agarra un escalofrío especial cada vez que escuchamos un rig- rig. Nos cambiamos un centenar de veces frente al espejo, para salir con él. Si no tenemos tiempo, lo fabricamos con tal de salir con el hombre que nos gusta. ¡¡¡Sí, somos así de pavas, de previsibles y de obviassss!!! Y somos todo eso, porque justamente lo que nos impulsa hacer así, es ese nerviosismo de verlo, es ese nudo o cosquilla en la boca del estómago, es esa ansiedad y esa adrenalina que te recorre el cuerpo y que logra calmarse cuando sentís el beso que él te da. Vamos, no seamos hipócritas, que todos de alguna manera, sentimos lo mismo, póngale el nombre que quieran, pero si eso no son cosquillas o mariposas en el estómago...¿Qué son? ¿Calentura? Nooo, eso viene después.
A los hombres también les pasan lo mismo, tal vez sin tanto adorno como a nosotras, pero sienten de la misma forma. Si un hombre está interesado en una mujer, trabaja en la conquista. Sino, desaparece como por arte de magia. Basta ver la película "Simplemente no te quiere", para escuchar en la voz del personaje de Alex las reglas que maneja el sexo opuesto. Regla n°1 " Si pasó una semana y él no te llamó. No te va a llamar". Otra versión de la misma regla. "Si un tipo no te llama, no quiere llamarte". Segunda regla "Cuando un hombre trata a una mujer como si le importara un carajo. Realmente le importa un carajo". jajajajajajaja...no puedo dejar de reírme. Porque si un hombre maneja estas reglas, es justamente, porque no se sintió atraído, enganchado con la mujer. Es decir, no sintió mariposas en el estómago. ¡¡¡Vieron no es cuestión de géneros!!!
Pero volviendo a lo que les contaba. Yo sé que con la edad que tengo, poseo una mirada un tanto ingenua, infantil si quieren, de lo que es el amor. No me interesa como se vea. Cada uno tiene sus historias, sus experiencias y hacen que tengas una mirada y un concepto diferente de lo que es el amor, y de lo que significa enamorarse.
Soy soltera, sin hijos, vivo sola...¿Por qué jugar en segunda si puedo jugar perfectamente en primera? ¿ Por qué no tengo que esperar toda la cursilería del amor que se me ocurra? ¿Por qué negarme a sentir todo aquello que me encantaría vivir? ¿Por qué renunciar a este deseo? Aunque me quede para vestir santos, no voy hacerlo. Porque quiero eso para mí, y lo tengo clarísimo. Como también, utópico o no, quiero enamorarme de un hombre con ese antiguo pensamiento de creer que es "HASTA QUE LA MUERTE NOS SEPARE". Tal vez, puedo querer esto porque ya experimente, ya viví la certeza de que el amor dura lo que tiene que durar. Porque aprendí que cuando una relación termina, una puede armarse nuevamente, se pone de pie y comienza otra vez. Sé que un pedazo de nuestro corazón muere con cada relación que termina. ¡¡¡Por qué vamos!!! Siempre vas a escuchar eso ... "que de amor nadie se muere"...eso es mentira...una parte tuya se muere con el otro, con esa historia que viviste, de hecho aunque salgas airosa de esa ruptura una no es la misma... ¡¡¡No me jodan a mi con eso!!! Yo me he sentido morir, y he renacido de las cenizas, pero jamás volví hacer la que era...Por suerte se crece, se aprende, se resignifican cosas, una va teniendo más claro el panorama y el deseo, o mejor dicho, aquello que quiere...pero para eso, las pasó y de todos colores, derramó mucha lágrimas, muchas noches de su vida, y sintió ese puñal que te atraviesa el cuerpo, que duele y no deja de doler. Hasta que una mañana descubrís que ya no hay más lágrimas. Te preguntas si es por qué se te secaron los lagrimales. También descubrís que ese dolor punzante en el pecho paso a ser una molestia, hasta que de a poco, sin darte cuenta, desaparece. Te miras nuevamente al espejo y empezas a reconocerte, tus ojos dejaron de estar hinchando y tus labios empiezan a esbozar las primeras sonrisas, así de la nada, por el por qué si. Y así, sin darte cuenta, con el tiempo...estás en el juego de nuevo.
Yo lo viví, y no una vez, varias veces. Y pese haber atravesado esos dolores, no perdí, ni pierdo el deseo de querer todo eso...todo lo que viene con las mariposas en el estómago. Como me dice mi mejor amigo, no quiero estar con alguien que simplemente me cierre...quiero alguien que me haga vibrar, sentirme viva, sentirme toda una mujer...quiero alguien que comparta una vida, no de color de rosa, una vida real con todo lo que ello implica, pero que la vaya construyendo paso a paso conmigo de la mano, que nos sujetemos juntos para andar y no perdernos. Les parecerá puro idealismo romántico, un ideal fuera de moda, una gran tontería de mi parte, una mirada muy ingenua...lo que quieran, tal vez hasta tengan razón. Pero está es mi verdad. Tan mal no ando con El Secreto. Tengo claro lo que quiero...ahora del cómo aparecerá ese hombre en mi vida, se lo tengo que dejar al universo. Éste moverá los hilos, para que nos encontremos.

lunes, 10 de mayo de 2010

"Hoy soy una mujer que me doy cuenta de mi alma"*

Viernes a la noche. Llegué a casa arrastrando los pies, la cartera, el cuerpo. Mientras introducía la llave en la cerradura sólo podía visualizar mi cama. Estaba decidida a ponerme el pijama, tomar mate y cenar la tarta que hacía dos días que había cocinado, y por lo tanto, la seguía comiendo hasta que se termine. No es cuestión de tirar la comida. Y así fue. Entré, lo primero que hice fue descalzarme, cambiarme, sacarme el peso de la semana del cuerpo y prepararme la bandeja para ir a la cama.
Luz tenue, la tele prendida, lista para verme una película mientras ceno. Cuando ya estaba lista, sonó el teléfono. Al atender me quedé suspendida en el aire. Su voz, hacia cuatro meses que no la escuchaba. Había logrado dejarla en algún lugar de mi memoria, en ese sitio exacto donde no molesta, no duele, no genera angustia. Ya había pasado por todo eso y había dicho basta. Había  tratado de entender todos los matices, todas las aristas y vértices. Todo para llegar a la conclusión de que NO PUEDO SER TAN BOLUDA.
Ahí estaba, con su voz alegre preguntándome que era de mi vida, y todo tipo de trivialidades, cuando en el fondo él y yo sabíamos perfectamente para qué llamaba.
Cuando me tocó a mí el turno de interrogar, me di cuenta de que todo estaba en el mismo lugar, que nada había cambiado y que su quilombo trascendental de la cabeza era aún peor. Ya había hecho esfuerzos por entender, pero no quería hacerlo más, no me correspondía. Durante siete meses fui su psicóloga, su amiga, pero sobretodas las cosas, y fui hasta que no tuvo más alternativas que blanquearme la situación, su amante. (No estaba, ni está casado, pero bueno tiene una relación). En el preciso instante que se vio acorralado, confesó. Yo...sentí como un puñal filoso se introducía dentro de mi, despacito, se tomaba todo el tiempo del mundo para que eso doliera con toda la furia del universo. Pero ¿saben una cosa? En ese momento, con las cartas sobre la mesa, con la verdad de frente, pese a sentirme mal porque me habían mentido descaradamente, él me dio lastima. Porque yo me puedo mandar mil cagadas seguidas, pero jamás voy a jugar con los sentimientos de las personas. Por otro lado, como la típica obsesiva que soy, cuando estoy mal y me encuentro en ese momento culmine, en el que ni yo me aguanto, me empieza agarrar la desesperación por querer estar bien. Ahí es donde meto la pata, ¡¡¡y cómooo!!! Pero bueno, aprendí después de muchas errores cometidos, que todo tiene su tiempo y su curso. Que cuando uno tiene la decisión de estar bien, las cosas se van acomodando de a poco, sin presionarlas, sin apurarlas y el bienestar llega. NO es fácil y el proceso duele. Lo importante es sentir ese deseo de querer salir del abismo y hacer todo lo que puedas para empezar de nuevo, sintiéndote bien. Pues él, al que conocí ya algo confundido, estaba peor. Lo peor es que conoce perfectamente lo que le pasa, lo que está mal en su vida, lo que tiene que modificar, pero no quiere pagar costos, tiene miedo de atravesar el duelo, por lo tanto, sigue regodéandose de una situación en la que no es feliz. Esto se agrava, cuando por alguna circunstancia es feliz, ahí se llena de culpa. Entonces, se autoboicotea, se aleja, se esconde, se paraliza. Esto que les digo, es verdad, no es una simple apreciación mía, este fue mi eterno tema de conversación con él, porque afirmaba y afirma que es así. En todo el enredo de su cabeza, no había lugar para mí.
Al principio me jugué, creí en que podía apostar a tener una historia pero reconozco que jugué mal, o mejor dicho, que no supe jugar este juego. Porque no pude darme cuenta que sus ganas de verme a mi, significaba huir de otro LADO, porque sin querer le estaba haciendo la vida cómoda y no lo enfrentaba a una encrucijada; porque sin saberlo era cómplice de su falta de huevos para tomar decisiones. Esto, como todo, al principio no lo sabía. Él había contado otra historia. Supuestamente cuando aparecí en su vida, él estaba solo. Después empezas hablar, a profundizar y comenzas a descubrir que hay determinadas cosas que no te cierran. Hasta que un día por una boludez, se destapa la olla, y la verdad florece como ese brote de la germinación que hacíamos con el poroto y el papel secante en la escuela. Está ahí, la ves, ya no se puede ocultar más.
Como pude me fui corriendo de la escena. Si esta historia seguía bajo esos términos sabía que iba a salir lastimada y no quería. En el tiempo que estuvimos juntos yo la pase bárbaro, lo disfrute a pleno. Me encantó sentir que algo dentro de mí estaba vivo, pude sin saber cómo, bajar esa puta armadura que me había construido durante años y mantenía a mi corazón en un freezer. Me había dado permiso para intentar, para creer de nuevo en alguien. Me salió mal. Pero no me arrepiento. Después de muchos años me había sentido viva de nuevo.
Yo lo escuchaba hablar, y juro que me sentía bien, que no tenía angustia y que no experimentaba ningún sentimiento negativo. Lo quiero mucho, es verdad, y quiero que este bien y sea feliz. Puedo desearle esto, pero quien tiene que quererlo y trabajar en eso es él. En un momento de la charla me dice: "- Te admiro, siempre estás pilas, de buen humor, con una sonrisa. Desde la primera vez que te vi siempre estuviste con muy buena onda, siempre positiva, con una fortaleza de la puta madre. Hasta cuando pasó lo que pasó. Te pusiste mal pero seguías serena, tus ojos seguían brillando...no sé como explicarte. Pero vos y tu casa seguían transmitiendo tranquilidad, bienestar. Pudiste putiarme, echarme a la mierda, hacerme un quilombo terrible y no lo hiciste. Tengo esa imagen tuya grabada en mi cabeza, estabas parada en la puerta de la cocina, con el mate entre tus manos y con una paz inexplicable me dijiste que si iba a desaparecer tenga el coraje de despedirme de vos, que era lo único que vos ibas a pedirme, y agregaste que no podías entender como yo me negaba a estar bien y hacer feliz. Cosa que hasta el día de hoy me lo sigo cuestionando".
Hice silencio. No respondí a eso. Ya había hablado mucho durante siete meses. A mi me tocaba callar. Aunque confieso, que mientras lo escuchaba decirme esto, yo viajaba en el pasado y recordé una de las causas del porqué me había construido esa coraza. Fue, la experiencia más tristes de mi vida. Y fue cuando sentí realmente lo que es estar sola, o mejor dicho, sentir la peor soledad de todas. Es esa soledad, a la que Mario Benedetti supo describir tan bien : "Una soledad tan concurrida/ tan llena de nostalgias / y de rostros de vos..." " ...Y es una soledad/ tan desolada..." ¡Sí! La peor de todas, la que hace que extrañes al ser que está a tu lado. Esa soledad que sentís  cuando lo miras a los ojos y no te encontras, porque no se reconocen. La que te hace sentir que un beso es hielo que te quema la piel. Mientras recordaba esto, lo escuchaba a él y me observaba en ese preciso instante. Estaba recostada en la cama, la bandeja con el mate y la tarta, los controles remotos para ver la peli, el cenicero y los cigarrillos... Y su voz como esa música de fondo que se va perdiendo. No me sentí sola, me sentía bien, como hacía muchos años que no experimentaba una sensación así. ¿Quién de los dos está más solo, él o yo? Sabía que estaba esperando que le diga que venga a tomar unos mates conmigo. Lo conozco y se moría de ganas que se lo digiera. Estuve tentada de hacerlo. El pecado me llamaba, sentir sus besos, sus caricias, hacer el amor con él. Pero está vez, milagrosamente, mi boca se cerró. Tenía una cena que me esperaba, una película por mirar y las ganas de que la cama sea toda para mí. Disfrutaba de esa soledad. Sabía que no quería experimentar la sensación de vacío que él me iba a dejar. Quería quedarme con lo mejor de lo vivido. Con la certeza de que algo en mi se había modificado, con la confirmación de que si alguien aparece en mi vida, ya no tengo esa caparazón de hierro puesta y puedo abrir mi corazón. Puedo correr el riesgo que lo lastimen nuevamente, pero pase lo que pase, ahora sé que no soy un alma errante que anda por la tierra, soy una mujer que se siente VIVA. Como dice Bebe: ."... HOY SOY UNA MUJER QUE ME DOY CUENTA DE MI ALMA Y QUE EL MIEDO SE PUEDE ROMPER CON SOLO PORTAZO"

LOLA

Ahí va un regalito, "Ella" de Bebe...para todas las mujeres, y para todos los hombres, porque estas sensaciones, estos sentimientos no tienen cuestión de género...





jueves, 6 de mayo de 2010

¡¡¡Qué bueno es jugar de visitante!!!

Estoy desvelada, no me puedo dormir ni a cañonazos...y cuando no se puede dormir, ¿qué hace el ser humano? Se jode la vida un poco pensando pelotudeces o cosas profundas, que por un lado no puede arreglar, por otro, por ahí ni siquiera alcanzar, también puede llenarse de angustia, recordando viejas situaciones en que las paso para el orto o reírse, sólo porque decidió recordar buenos momentos. Opto por esto último, es más gratificante y placentero.
A esta altura de mi vida, tengo pocos amigos en que puedo decirle la palabra AMIGO con todas las letras. De chica, todos eran amigos y tenía un montón de grupos de pertenencia, pero de esos grupos quedaron pocos y otros se perdieron en el camino. Lo cierto es, que de la gente que me queda, son esos amigos con los que puedo contar siempre, sin importar las distancias. La Tana es una de ellas. La adoro y sin embargo, es tan poco el tiempo que podemos pasar juntas. En este momento, por ejemplo, hace más de un año que no la veo y más de cinco meses que no hablamos por teléfono. La distancia tiene estás cosas, perderse lo cotidiano de la vida del otro. Eso sí, las cosas importantes siempre, siempre nos la contamos. Y a pesar de nuestras vidas alocadas, sabemos que siempre podemos contar la una con la otra.
De la Tana que puedo decir, la conocí gracias a un amigo que tenemos en común, y siempre la distancia se interpuso entre nosotras, pero pese a ello sabemos que tenemos una amistad sincera y de las buenas. Hemos compartido momentos duros y también buenos. Siempre que viajo a verla, ¡me la paso de putamadre! Decir que ella tiene un corazón de oro, es quedarme corta, que tiene muchos ovarios para enfrentar la vida y cada una de las dificultades que se les presentaron, también. Pero esa es otra historia que no revelaré, porque es la suya y no la mía.
Lo cierto es que yo andaba pasando por un momento de mierda, de esos que sentís que no podes levantar cabeza porque te van cayendo los adoquines uno tras otro. Estaba realmente harta de todo lo que me rodeaba. Así que llamé a mi amiga y le dije que iba a visitarla porque necesitaba tomar distancia de todo y de todos. Sin más, arme mi bolso y partí rumbo a la costa, que es donde ella vive. Me fui sólo por cuatro días pero qué ritmo, ¡¡¡Por dios!!! La Tana es culo inquieto, así que cuando llegué ya tenía todo un itinerario armado. ¡¡¡Viernes y sábado joda!!!
El viernes fue el primer día que había que salir de ronda. Tipo once de la noche llegó una amiga de ella, Valentina. Nos presentamos y en cinco minutos parecíamos como viejas conocidas, ¡va! En realidad yo, que no era del lugar. Hicimos la previa entre charla, Fernet, cervezas, planchitas y ropa dando vueltas. Tipo una de la madrugada salimos de bares.
El frío me calaba en los huesos, pero para ellas era sólo una brisa fresca. La noche era lluviosa así que nos metimos en el primer bar que vimos. Al principio estaba algo vacío, muy poca gente. En eso aparece el primer pelotudo...y disculpen, no es que yo me crea una diosa del olimpo, pero ¡¡¡Vamos!!! Siempre existe el típico cargoso que quiere colgarse de tu hombro, se empieza hacer el gracioso mientras vos estás hablando con tus amigas y él quiere ver cuál de todas va a picar, pero mientras tanto dice una sarta de pavadas. Ninguna de las tres ya se lo bancaba más, así que con palabras muy claras le dimos el olivo.
Nosotras seguíamos de charla, risas y tragos, hasta que ¡¡¡se armó!!!. Habían dos tipos en la barra, grandes, después nos enteramos que tenían 45 tacos. No eran de la ciudad, estaban como aves de paso, picoteando donde podían. Estos dos, no tuvieron mejor idea que hacerse los graciosos con la Tana. Ella estaba hablando con un flaco y nosotras, pero tenía las antenas bien paradas como para escuchar que decían los viejorros. La cosa está, que en una de esas, no sé lo qué escuchó pero la Tana se dio vuelta y menos lindos les dijo de todo.
Yo estaba charlando con Valentina. Cuando vi el quilombo que comenzaba armarse, nos empezamos a reír porque si la cosa seguía en ese nivel, íbamos a terminar las tres en la comisaria. Mientras la Tana seguía discutiendo con estos dos tipos, se nos acercó un flaco, muy macanudo, simpático, ubicado, para nosotras que alguien del lugar sea un tipo centrado en sus cabales, era como un milagro en un pequeño infierno. Se puso a charlar con nosotras, estaba solo. La discusión que se había armado, por el momento había desaparecido, pero la Tana que seguía con sus antenas atentas, le dice a uno de los viejorros... "¡¡vez, porque no aprendes, acá tenes un flaco de 28 años super ubicado, y vos que tenes 45 tacos no haces más que hacerte el gracioso y te sale para el culo!!" El flaco no entendía nada de lo que pasaba. Y el viejorro, quería congraciarse con mi amiga. La cosa fue, que de buenas a primeras, no me preguntes cómo pasó, pero los viejorros se terminaron amigando con la Tana y todos se cagaban de risa.
De todas formas, por las dudas, nos cambiamos de lugar. El flaco seguía con nosotras. Hablaba mucho con Valentina, pero también se abría hablar con nosotras. En eso, las chicas decidieron que no daba para más estar en ese bar, que había que partir rumbo a otro.
El flaco redenominaré Germán para poder referirme a él. La charla entre nosotros era divertida, agradable, la estaba pasando realmente bien. Del tiempo ya no tenía ni idea. Aparecieron las chicas nuevamente, nos pusimos a bailotear un poco, mientras hubo otra ronda más de Fernet y cerveza, a esta altura de la noche ya no sabía por la vuelta que íbamos.
Valentina se pone al lado mío y me dice: "Germán está con vos, qué está esperando para darte un beso. No seas boluda y quédate con él que es súper simpático, tiene onda y es lindo". Yo a todo esto, como siempre caída del catre total, le decía que estaba loca, que en ningún momento el chavón me había tirado los perros, que nos estábamos cagando de risa pero nada más. La verdad es que yo soy despistadas para esas cosa, jamás me doy cuenta si me están tirando onda. Pero bueno ella insistía que así era. Después se sumo la Tana, "¡¡Si te invita algún lado, te vas y te dejas de joder!! ¡¡Vamos, que tenes la suerte del que juega de visitante, guacha!!!" Yo me mataba de risa, pero seguía sosteniendo que el flaco no tenía onda conmigo.
La noche que todavía estaba en pañales, invitaba a seguir la ruta, el tiempo de estar en ese boliche para las chicas se había cumplido y había que partir para otro. Les confieso algo, yo a esa altura ya no daba más, pero estaba en el baile y tenía que seguir bailando. En eso regresa Germán del baño, le contamos que nos íbamos para otro bar. Ahí fue, cuando me tomó de la mano y me dijo: "te invito a tomar algo a mi casa", la verdad es que el corazón se me estrujó un poco ¿ir a la casa? Qué sé yo, no lo conozco. El flaco parece muy buen tipo, pero como dice una amiga mía, todos parecemos buenos hasta que matamos a alguien. Él se dio cuenta al toque de la cara que puse, de mi desconfianza y me dijo, te doy la dirección para que se la pases a tus amigas por las dudas, mi número de celular, por mi trabajo tu amiga puede localizarme rápido. Me pareció razonable. Copie todos los datos y se los pase a la Tana por mensajito de texto. Después me acerque a ellas que se estaban subiendo a un taxi, para avisarles. Las guachas se cagaban de risa. Y yo me fui con él.
Llegamos a su dpto, chiquito pero acogedor, cálido, muy agradable. Puso Nora Jones, sin que yo le digiera que amo la música de esta mujer. Ahí me conquisto. No necesito mucho, sólo escuchar esos primeros acordes. Sirvió otras cervezas. Confieso que el alcohol ya me estaba mareando para está altura. Y fue en ese preciso instante que me dio el primer beso de la noche. ¡¡¡¡Diosss!!!! El cielo pareció abrirse. ¡¡¡Qué dulce es este hombre!!! me dije para mis adentros. Me tomó de la mano y lentamente me llevó a la habitación. Hacía un frío, pero un frío, terrible. Estar ahí y en la Antártida al intemperie no había diferencias. Encima la estufa no funcionaba. Imaginense lo que es ponerse cachondo bajo ese frío polar .Requería de un trabajo forzado importantííííísiiiiiimoooooooo jajajaja (no río por maldad, sino porque les juro que realmente fue así). Él quería sacarme románticamente la ropa, y yo temblaba como una hoja no por nervios, sino porque estaba helada. Cuando logró desnudarme inmediatamente me metí debajo de las frazadas y ahí, ahí...lo vi desnudarse a él. Nunca vi una cosa igual. Debajo de su pantalón con onda, llenos de bolsillos grandes por todos lados, había un bermudas grueso, debajo otro pantalón largo, más medias hasta las rodillas...Me sonreí, pero para mí me dije...¡¡¡¡Ahhhh bueeee!!!! ¡¡Y yo que creí que él para desvestirme sentía que hacia un curso de como pelar una cebolla, por la cantidad de ropa que tuvo que sacarme... buenísimo, me gano!! Ahí me explicó que el trabaja en los barcos y que en altamar hace demasiado frío y de esa manera, podía soportarlo.
Se metió debajo de las frazadas. Y la verdad, que la caldera se encendió de una manera, fue increíble. De no creer. Hacía tiempo que no exploraba tanto el Kamasutra, al menos esas posiciones que una puede hacerlas con agilidad, sin partirse la columna o un hueso, porque les digo la posta, ya no tengo 20 años, pero modestamente, la puedo pilotear bien. A esto, agreguenle que levitaba en el aire, era un orgasmo constante. Yo no sé si era el alcohol que me tenía mareada, si fue el experimentar un frío espantoso, si me calentó verlo con tanta ropa...pero no podía parar...y lo que era mejor aún, él tampoco. Ahora, entre nos, les confieso algo. Cuando ni bien se metió en la cama y toque al "amigo"...me dije..."¡¡Cagamoooossss paso hambre!!" Pero noooo...cuando la tortuga asomó la cabeza...¡¡¡AAAAAAAHHHHHHHHH esto siiiiiiiiii!!! ¡¡¡Bravoooo, no necesitamos Nutrilón!!!
A las seis de la mañana él tenía que presentarse en el laburo. Si dormimos media hora, fue mucho. Con el alba, me acompaño a tomarme un taxi. Cambiamos números de celulares, nos dimos un beso y guardamos la esperanza de encontrarnos esa noche.
Llegué a la casa de la Tana. Ésta no estaba. Me puse contenta, pensé bueno ellas también encontraron a su plomero. Pero no. Apareció al mediodía, punteando...se les habían caído las llaves por el agujero del ascensor y se tuvo que ir a la casa de Valentina a dormir. Mate de por medio, le conté lo que había vivido. La guacha se cagaba de risa y me decía "¡¡¡Hijaputa, paga el diezmo!!!¡¡¡Esa es la suerte del que juega de visitante!!!! jajajaja...A la tarde recibí un mensajito de Germán diciéndome que la había pasado genial, que quería volver a verme y esperaba que yo regrese en el verano, que estaba triste porque se embarcaba y hoy no podía verme de nuevo.
Al otro día, emprendí mi vuelta, a mi vida cotidiana, a mis quilombos, a mi rutina. Siempre me da tristeza irme de un lugar, y más cuando me despido de la Tana. Lo hice pensando que en ese verano volvía. Mientras el micro arrancaba, la loca me gritaba..."¡¡¡la próxima pagas el diezmoooo!!!" jajajajaja....Me hubiese encantado pagárselo, pero lo cierto es que ese verano, no pude volver. Y Germán pasó hacer una linda noche guardada en la memoria, una de esas estrellas fugaces que alumbran, por un instante, mi vida.
Lola

sábado, 1 de mayo de 2010

¡¡¡Puta, que vale la pena estar vivo!!!

Son las 19:30 hs. Estoy sentada en la mesa de un bar que está en la vereda. Es una linda nochecita de verano, corre una brisa fresca, agradable, para nada molesta, sino todo lo contrario, siento que me refresca el alma después de un día caluroso. Amo estos días así de verano, y también amo sentarme sola en la mesa de un bar, ver la gente pasar, observar los movimientos de la calle y dejarme llevar por la imaginación. Me pido una gaseosa, prendo un cigarrillo y dejo que mi mirada absorba lo que hay delante de ella. En eso veo una pareja, ¡va! Un chico y una chica, se sonríen, se abrazan, en sus miradas hay cierta tristeza. Caminan juntos pero no van tomados de la mano. Fue verlos a ellos, para vislumbrar un recuerdo. Ahí nomas, saque mi cuaderno (siempre llevó un cuaderno y una  lapicera en mi cartera, por si tengo ganas de garabatear algo en un papel) y me pongo a escribir esta anécdota, historia, relato, como quieras llamarlo, para mi es un recuerdo, de esos que siempre quedaran guardados en la memoria y en el corazón.
Era verano, enero más exactamente, y el año...no lo voy a decir, pero de esto ya pasaron más de diez. Recuerdo que era un día de semana. Al mediodía me llamo mi amigo Indio para encontrarnos a tomar algo a la tardecita, tenía ganas de verme y de que charlemos un rato. A las 18:30 hs. nos juntamos en  Av. Callao y Corrientes.
Fue vernos, mirarnos a los ojos, para saber que ninguno de los dos estaba bien, que cada uno traía una pena en el corazón. De todas maneras, verlo siempre me produce una sonrisa y a él igual. Nos abrazamos fuerte y nos fuimos a caminar. Así llegamos a la plaza que está enfrente del Ministerio de Educación, entre Marcelo T de Alvear y Paraguay, creo. Ahí nos sentamos en un banco.
Nos contamos nuestros pesares, los dos teníamos el corazón algo golpeado y nuestras cabezas eran unas lindas calesitas. Los dos nos parecemos en algo, somos demasiados analíticos y siempre le buscamos la quinta pata al gato, por más que no lleguemos a ningún lado. 
Lo cierto es que para ese entonces, yo estaba saliendo con alguien bastante complicado, y por ende, tenía una relación bastante complicada. De esas que sabes que no son buenas, que no van a llegar a ninguna parte, pero que te atrapan y te hacen fantasear con que la cosa puede cambiar, porque cuando estás con él te olvidas del mundo, pero él desaparecía y ahí empezaba el sufrimiento. Indio, no estaba mejor que yo, pero al menos lo suyo era más sano, sabía que  tenía que darle un corte a su pareja y estaba juntando el coraje para hacerlo, o tal vez, tener bien en claro,  lo que debía hacer.
Así como dos vagabundos sin destino, estuvimos sentados en la plaza tratando de encontrarle a cada por qué su respuesta, cosa bastante complicada porque como todos sabemos, no todo tiene respuesta. Así que lo que se hace, en este caso hicimos, fue teorizar, hacer hipótesis, sobre aquellas cosas que no entendíamos y que en realidad, formaban parte del mundo de "otros", por lo tanto, no tenemos la posibilidad de acceso. Y el suponer, a veces, lo que trae son justificaciones inventadas que nos permiten creer que son válidas, entonces nos conformamos y sino ocurre así, nos da chances para seguir pensando pelotudeces, hasta ver si podemos cerrar nuestros pensamientos de una manera que duela menos. Algo que es una mentira total. Porque tarde o temprano, lo que tiene que doler, duele.
La noche ya caía sobre la calle que nunca duerme. Las marquesinas de los teatros iluminadas y la artería  semi desértica era un paisaje que inspiraba tranquilidad, y por que no decirlo, representaba bastante bien, nuestro estado de ánimo. Mientras seguíamos a la deriva, decidimos ir al cine. La película "¿Quién ama a Gilbert Grape?". La sala parecía una prolongación de la calle. Éramos solo ocho personas. La desolación nos perseguía. Y el films, no nos levantaba más el ánimo. Lo cierto es que cuando Jony Deep prende fuego la casa, yo sentí que dentro de mí también algo se prendía fuego, y dolía...¡¡¡Puta si dolía!!! Lo bueno fue, que con mis ojos llenos de lágrimas, sentí que Indio me apretaba la mano. Lo miré, sonreí, una ola de paz me acababa de envolver.
Ya era tarde, ambos teníamos que regresar. Nos tomamos del bracete, como dos ancianos que ya "están de vuelta de tantas cosas" y sin embargo, estábamos tan lejos de eso, a duras penas recién empezábamos a vivir, por decirlo en un sentido figurado. Y así, tomados del bracete, las dos primeras cuadras las hicimos en silencio. Por arte de magia, de esa que aflora en el aire, sin necesitar que se la invoque, pero que aparece con la espontaneidad del simple acto de aparecer, nos empezamos a tentar de risa. Nos tentamos de una forma que no podíamos parar de hacerlo. Lo hicimos con ganas, con fuerza, con ruido, como liberándonos de todo lo que estaba comprimido dentro de cada uno de nosotros. Riéndonos, caminamos hasta la parada donde yo me tomaba el colectivo. Nos dimos un abrazo fuerte, fuerte, sellando esa noche, como dándonos la confirmación del cariño profundo que nos tenemos, de que si todo había estado tenido de tristeza y desolación, el haberlo compartido sirvió para darnos cuenta de que ninguno de los dos estaba solo, que las tristezas compartidas pueden llevarse mejor sobre las espaldas, y lo más importante, que las carcajadas que se produjeron, rompieron la melancolía de la noche y nos permitieron reírnos de nosotros mismos bajo ese paisaje. Eso nos permitió, sacudir al menos, por un momento, las penas.
Subí al colectivo, con una sonrisa en mi rostro, observando que la ciudad a esa hora estaba desierta. Pero esta vez, el paisaje no representaba mi estado, yo no estaba vacía, estaba llena de ternura, de cariño, de amistad. Así me sentía. Regresaba a mi casa contenta, aunque sabía que algo dentro de mí seguía doliendo, pero ese sentimiento estaba pronto a terminarse, sólo era cuestión de tiempo.
Estoy en la mesa del bar, prendo un nuevo cigarrillo, me sonrió sola. De esa noche hasta hoy, he pasado por tantas cosas, he llorado tantas veces, he tenido otros dolores, pero como esa noche, nunca. Lo bueno es que después de tanto tiempo, y de haber vivido muchas cosas, Indio sigue en mi vida. Es más, lo veo venir hacia mí, con su sonrisa, con sus ojos iluminados diciéndome "¡¡¡Hola, pedorraaa!!!"
No repetiremos aquella noche. Los dos hemos crecido mucho, y lo bueno de todo, es tener la confirmación constante, que las penas pasan, las historias de amor terminan, las parejas cambian; pero los amigos del alma, siempre quedan y comparten nuestros días, nuestra vida, y nos ayudan a llevar nuestras mochilas cuando sentimos que nos quedamos sin fuerzas. Por suerte, hay vínculos que con el tiempo no se terminan sino que se solidifican y se fortalecen. Estos son los que nos alimentan el alma. Y porqué no decirlo al mejor estilo Hector Alterio en la película "Caballos Salvajes"...¡¡¡PUTA QUE VALE LA PENA ESTAR VIVOOO!!!" Y sí, los amigos del alma, nos hacen sentir que todo vale la pena vivirse, cuando lo podemos simplemente, COMPARTIR.
LOLA