domingo, 25 de abril de 2010

Quince minutos para la caída

¿Recuerdan el cuento de la Cenicienta?...Seguro que sí. El hada madrina aparecía, la convertía a la pobre muchacha en una princesa, y le decía que a las doce de la noche el hechizo se rompía y todo volvía a la normalidad. Es creer o reventar...pero les juro que me sentí así, o mejor dicho, primero me hicieron sentir toda una princesa en brazos de su príncipe y a las doce...¡¡¡Sacate!!! El hechizo desapareció. Eso sí, no le puedo echar la culpa al hada madrina ya que ésta no existió... es más, por más que quisiera, creo que tampoco tengo a quién echarle la culpa. 
Les contaré mi mini historia, al menos para que nos riamos juntos. Y tal vez, para prevenir a más de una mujer. De paso aprovecho y les aclaro caballeros, que jamás generalizo, no meto a todos en la misma bolsa. Con lo cual, no se sientan ofendidos con este relato, es un relato más, de esos que sirven para tomarlo con humor y entretenerse un rato.
Lo conocí en una de esas noches de bares y de charlas de amigas. El lugar estaba que explotaba de gente, así que con las chicas nos sentamos en la barra. Las tres estábamos hartas de nuestras rutinas, responsabilidades y todo lo que se te pueda ocurrir. Esa noche queríamos pasarla bien, teníamos ganas de divertirnos...¡¡¡Eso sí!!! Nos habíamos prometido que pasara lo que pasara, nos íbamos las tres juntas como llegamos, dado que ninguna quería complicarse con hombres, al menos por el momento. ¡¡Bueno, eso de complicarse, muy segura no estaba ninguna!!
Ahí estábamos. Tres chicas solas, con sus cervezas en la mano, matándonos de risa de lo que pasaba por ahí. Parece mentira, como tres mujeres riéndose, en la barra, llaman la atención de las miradas masculinas. Estos se iban acercando, los primeros tres, descartables...¡¡¡Perdón!!! No tan descartables porque una de mis amigas se quedó hablando con uno de ellos y lo hizo toda la noche. Quedamos dos, que seguíamos en la misma línea, o sea, tomar, hablar hasta por los codos y reírse. En un momento, miramos el reloj y nos parecía que era una hora prudencial para emprender la retirada. Pero algo lo cambió todo.
En la puerta, parados con sus tragos, había dos seres que para nuestras miradas nos resultaban muy interesantes. Así que nos dimos vueltas, miramos al barman, y pedimos "otra cerveza, por favor". Sin saber cómo, sentimos detrás de nosotras, "¡¡¡HOLA!!!" Ahí estaban, con sus sonrisas esplendidas, sus tragos en la mano y pagando nuestras cervezas (todavía hay caballeros).
La conversación empezó como todas, siendo en conjunto y con sutileza poco a poco el grupo de cuatro desapareció para transformarse simplemente en una charla de dos.
No lo podía creer, él me resultaba no sólo guapísimo, sino encantador. Es buena onda, simpático, inteligente, no dice boludeces, me hacía reír. Y esto último, para una mujer sabemos que es fundamental. Si un hombre te resulta divertido y te hace reír, te conquista fácil. No tenía ganas que pasara el tiempo. Pero como esto es inevitable, pedía muy dentro de mí que me pidiera el teléfono. Aunque sabemos, que a esta altura de la conversación él, ya tiraba toda su jauría para llevarme a su casa y yo, como una lady, me hacía la boluda. Me recordaba a cada momento..."¡¡¡Pasará lo que pasará, nos vamos las tres juntas!!!"...Por suerte, el Olimpo parece que se acordó de mí, y cuando vio que mi amiga me hacía un gesto para irnos, me pidió el número del celular. Después, me miró fijamente a los ojos y dijo: "-¿Me aceptas una invitación a cenar?"- Me sonreí, me puse colorada como un tomate, cosa que no puedo evitar que me suceda. Cuando sos chica es simpático sonrojarse, pero de grande pareces una boludaza terrible. Él tomó mi sonrisa como un sí y ahí nomas, me dio UUUUUNNNNN BEEEESSSSOOOO...que después se transformó en varios. A está altura, decir que estaba en el aire, es quedarme corta. No sé si fue el efecto de tanta cerveza o sus besos, pero que estaba perdida en la estratosfera, se los puedo asegurar. Hubiera seguido perdida en el universo, sino fuera porque escuche..."¡¡¡Daleee, vamoooss!!!"
Pasaron dos días, mi teléfono parecía muerto. No mensajes, no llamados, ni siquiera uno de esos mensajes en que te dicen que si cargas 30$ hoy tenes 60$ de regalo. Ya se me había pasado todo tipo de efecto, el del alcohol y el de sus besos.
La oficina era un verdadero caos, mi jefe estaba más hinchapelotas que de costumbre, me pedía ochocientas cosas por minuto y la verdad, no daba más. En medio de esa vorágine, mi celular me avisa que tengo un mensaje. "Si atiendo pueden llegar asesinarme" pensé. Aunque también creí que podía ser mi santa madre. La cosa fue, que cuando tuve un minuto para ir al baño, me lleve conmigo el celular y ahí tenía el mensajito: "¿Qué tal una cena, velas, vino, vos y yo?", respondí obviamente que sí. A los dos segundos me estaba llamando. Arreglamos que me pasaba a buscar a las 21 hs. Llegó a la hora señalada, ni un minuto más ni uno menos. Me llevó a comer a un resto muy lindo, muy cálido, con luz tenue, velitas en las mesas, poca gente. Yo lo miraba, lo escuchaba con atención, me reía y no podía dejar de decirme..."este tipo es perfecto". Realmente me sentía una princesa. Él sabía como hacerme sentir así. Después de cenar me invitó  a caminar por la zona. La noche se prestaba hacerlo, no hacía frío, la gente deambulaba por las calles, ¡Va, tampoco pude registrar mucho el paisaje! Para qué les voy a mentir. Si otra vez, estaba flotando en las nubes.
No hice más que abrir la puerta de mi departamento que este hombre empezó a darme un beso de esos que encienden todas las quimeras del cuerpo. Suave y delicadamente comenzó a quitarme la ropa. Me encantó su manera de acariciarme, de recorrer mi cuerpo con sus manos y sus labios. Me recostó en la cama, y cuando yo sentía que ya empezaba a volar...¡¡¡¡PAAAAFFFFF!!!!...Cómo un pájaro, me hice mierda contra el vidrio, ¡¡¡¡Siiiii!!!! Escuché su profundo suspiro...Acabóóóó. Me miró. Me sonrió.Me dio un pico. Estaba cansado y yo que había empezado a despegar los pies de la tierra, sentía que no sólo había tenido una caída abrupta, sino que dentro de mi raciocinio no podía creer lo que me estaba pasando. Ahí fue cuando sentí, las doce campanadas, y que el hechizo por arte de magia se evaporaba. Fui al baño, me miraba en el espejo y me repetía una y otra vez -"¡¡¡no lo puedo creeer, acabo en menos de quince minutos!!!!" A la enésima vez que me lo decía, puse STOP. Y empecé a cambiar los argumentos. "Bueno, a ver, el primero de los hombres es siempre rapidito, debe ser eso, o ¿no le guste? Si fue así, ¿para qué hizo tanta cosa previa? Vuelvo al primer argumento, el primero dura poco. Así que salí del baño y pone ganas para el segundo".
Estaba en la cama medio dormido. Me acomodé a su lado pensando que sólo se estaba reponiendo. En eso escuchó una batería de sonidos, algo así como un cerdo ronroneando...¡¡¡¡¡NOOOOOOOOO!!!! Estaba lisa y llanamente roncando como un chancho. "¡¡¡Quince minutos de sexo, se duerme y encima roncaaa!!!" Muy fuerte para mí. Sentía que cada vez me hundía en un pozo, estaba sumergida en el abismo. ¿Soñé todo lo que pasó está noche o es real? Me di vuelta en la cama, trate de dormirme, pero fue imposible. En eso siento que me abraza, me hace cucharita. Ya no roncaba y su miembro no estaba tan dormido como yo creía. Sutilmente me hice la boluda y lo roce...¡¡¡Se despertó!!! Ahí me dije, "¡Bueno, bueno, por fin vamos por la revancha!" Lo acaricie, se despertó de una manera sorprendente...Me entusiasme...al divino pedoooo, porque pasó lo mismo. Siiii, "Cortito y al pie" y cayó rendido como si hubiera tenido sexo desenfrenado toda la noche. Yo quería desintegrarme en el aire.
A la mañana, él estaba radiante, se cambio, y mientras lo hacía yo sabía perfectamente, que ésta era la última vez que lo vería.
Lo acompañé hasta la puerta, me beso, escuche su "¡te llamo, nos estamos viendo. La pase re bien anoche!" Cerré la puerta del edificio y les mande un mensaje a mis amigas. "¡¡¡AL BAR DE LA OTRA NOCHE, NO VUELVO MÁÁÁÁSSSS!"

Lola

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