martes, 18 de enero de 2011

El vuelo de la infancia


Hace días que quiero escribir pero parece ser que mis neuronas y mis musas se tomaron vacaciones. Me siento frente a la compu y mi mente está más en blanco que la página que me abre Word. Pero cuando escuché la noticia, sentí que tenía que escribir. Hay acontecimientos que nos tocan por algún rincón del corazón y me sucedió eso. Sentí que una parte importante de mi infancia se iba volando tras ella. Creo que a muchos nos pasó lo mismo. Al escuchar que María Elena Walsh había fallecido mi cabeza se llenó de imágenes. Me vi pequeña, en el living del departamento que vivía cuando era chica, poniendo un disco de vinilo en el tocadisco, ¡¡¡ si!!! Los que tienen mi edad se deben acordar que de chicos teníamos tocadiscos, y para ser más vieja todavía, les digo que era un winko (no sé si se escribe así) que era de mi mamá. Ahí escuche sus primeras canciones. Mi mamá ponía su voz y mi hermano y yo las cantábamos a viva voz. Es más, recuerdo que cuando mi hermana menor tendría unos tres años armábamos un show. Yo agarraba el batidor de la cocina, me subía al sillón y cantaba locamente el twist del Mono Liso, como si fuera Madonna en River Plate. Mis hermanos se mataban de risa, es el día de hoy que me siguen gastando por esas imágenes que se quedaron en la memoria. En cambio, mi vieja, recuerda que cada vez que escuchaba “…los castillos se quedaron solos…” lloraba a moco tendido, lo mismo me sucedía con Manuelita la tortuga. Es más represente la canción del Jardinero en salita rosa. Mi tío también solía cantarnos “estamos invitados a tomar el té”. Como verán mi infancia estuvo marcada por María Elena, como la de muchos de ustedes. Lo sorprendente de ella es que se inmortalizó en el tiempo aún antes de morirse. Han aparecido a lo largo del tiempo un centenar de artistas para chicos.  Sin embargo, los grandes solemos cantarles a los niños de nuestras familias sus canciones.
A mí me pasó con mi sobrina, quien fue el primer bebe de la familia. Hoy la reina tiene cuatro años y tiene inclinaciones artísticas de todo tipo. Le gusta pintar, disfrazarse, actuar, cantar, que le cuente cuentos, inventa también sus propios cuentos y canciones, etc. Es una máquina de hacer cosas todo el tiempo.
Cuando ella tenía un año, y saben que a esa edad todo aquello que tiene música y luces les encanta, me di cuenta que para entretenerla tenía que volver a conectarme con la niña que fui. Entonces para hacerla dormir le cantaba las canciones de María Elena. Cuando empezó el jardín ella me actualizo de inmediato, tuve que ponerme a su onda, y era ella la que me enseñaba canciones a mí. Tuve que aprender la del Sapo Pepe, Para dormir a un elefante, Un cocodrilo se metió en la cueva, y no sé cuantas más. Pero a ella, le sigue encantando y se divierte como loca cuando me ve, que agarro el batidor de la cocina de mi vieja, y le canto, cual cantante de rock desaforada, el twist del Mono Liso, es más, mi público se amplió porque mi sobrino de 9 meses también se ríe cuando me ve así.
Parece increíble, pero la infancia está llena de María Elena Walsh, la de nosotros y la de los chicos de hoy, que por tradición la conocen a través nuestro. ¿No sienten que se fue parte de su infancia? Yo sí. Mientras leí cuanto homenaje le hicieron. Vi las imágenes de su entierro y escuché la declaración de toda la comunidad artística, pensaba en esto justamente, en que algo de mí se desprendía y me llenaba de nostalgia. En la pena que genera que artistas de esta magnitud se vayan. En que cuando sucede algo así, el dicho, “todos somos reemplazables” no concuerda, porque ella es justamente, irremplazable. ¿Habrá un cielo especial para los artistas que lograron emocionarnos? O ¿Nosotros en nuestro corazón armamos un lugar especial para ellos? Creo que la respuesta está dicha sin necesidad de escribirla. Así tiene que ser. “Un verdadero artista vive a través de los tiempos, en el imaginario de la gente, en el aire de algún escenario, en una foto, en una pintura, en una escultura, en las páginas de un libro, en una sinfonía, en una película y en una canción” Ellos nos han regalado su arte. Ella nos regaló el suyo. No me queda más que decirle Gracias por haber hecho de mi infancia algo especial, por permitirme a través de sus canciones hacer especial la infancia de mis sobrinos. Estoy segura que no podes ir al país del Nomeacuerdo, porque sos inolvidable.
Mientras escribía este texto escuchaba, una de mis canciones preferidas, así que en homenaje a ella la comparto con ustedes.
Lola.

3 comentarios:

  1. Hola Lola. Vengo del blog de Cata, de Holala. Como primera observación, como bloggera, periodista, profesora de lengua y literatura o como simple lectora, te aconsejaría que tus post sean más cortos.
    Mi espacio es difusiondeaspectosvarios.blogspot.com

    Voy a entrar desde ahora, por lo que espero ser bienvenida...
    Muchos besos!!

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  2. Hola, me lo leí de principio a fin. Me emocioné, me embriagué de tus letras, me sentí cercana. Sé lo que es valorar la vida cuando has estado en el filo de la muerte. Sé valorar la familia. Me identifico con la protagonista, también soy una romántica que gusta de recibir cartas. Un abrazo desde España, Lola.

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  3. Gracias tocaya, qué alegría tan grande me das al saber que me lees desde la madre patria,amo España, la llevo en la sangre. Y gracias también por tus palabras, como verás el blog no es muy conocido, no hay muchos seguidores, y cuando se suma alguien nuevo me emociona. Gracias, por compartir tus sensaciones al leerlo, es un hermoso regalo que me hiciste, una caricia para mi alma.
    Besos.
    De esta Lola argentina

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