lunes, 21 de febrero de 2011

Reflexionando sobre mi soltería

¡Qué vergüenza! Al comienzo del verano dije, menos mal que voy a tener tiempo para escribir, y resulta que mis neuronas se tomaron realmente vacaciones. Sentarme frente a la PC era al pedo. No podía. Volví a la cancha. Espero haber recargado bien las pilas, aunque les confieso volví al trabajo, y después de finalizar el primer día, quería de nuevo estar sin hacer nada. Acá estoy. ¿Cómo festejaron el día de San Valentín? ¿Recibieron todos los que están en pareja un lindo momento romántico? Espero que sí. Yo lo festeje celebrando otro tipo de amor, estuve con los amores de mi vida, mis sobrinos. ¡¡¡Bueno che!!! Una también tiene que conformarse con algo, ¿no les parece? Eso sí, el trece festeje, el día del soltero. Qué no es menos importante que festejar el día de los enamorados.
 No les voy a mentir, pero en algún lugar secreto de mi corazón esto comienza hacer ruido. Les digo la verdad, no estoy mal, disfruto mucho de mi soledad, de ser dueña de mi vida, mis horarios, mis ganas de hacer y deshacer mi mundo. Pero también siento que el tiempo me va persiguiendo. No estoy desesperada en encontrar al amor de mi vida. Siempre me digo que si tiene que ser, va a ser, seguramente cuando menos me lo espere. Mientras tanto hago todo lo que tengo ganas y la paso lo mejor que puedo. Sólo que les confieso algo, quisiera que ese amor aparezca mientras me sienta vital, y tenga energías para construir un proyecto de a dos. ¡¡¡Porqué eso sí!!!, como diría la santa de mi abuela, “un viejo para lavarle los calzoncillos no quiero” jajajajaja…
 Hay días, que me levanto pensando en si voy a ser madre. Por un lado siento que me encantaría y por el otro, no lo sé. Siempre jodí con la idea de que si a los cuarenta no tenía una pareja sólida, iba ser madre soltera. Pero confieso que me acerco cada vez más a esa edad, y me veo en la encrucijada de decirme, no sé. Dudo cada vez más. Encima tengo un par de amigas que están criando a sus hijos solas, y veo como la luchan día a día, lo difícil que a veces se les hace, el giro que tuvieron sus vidas. Y me quedó dando vueltas en el aire. Pongo en la balanza mi vida y mis finanzas. Éstas no me permitirían criar a un hijo. A penas llegó a fin de mes y cada dos por tres mis viejos me tiran una soga. Así que traer un chico al mundo en esta situación me parece una locura. Tengo claro que un hijo sería responsabilidad mía, y sólo mía. Y ahora no estoy en condiciones para asumir económicamente la crianza de un chico. Por otro lado, supongamos que tengo el dinero para hacerlo. ¿Quiero? No tengo la respuesta. Les parecerá una salvajada lo que voy a decir, pero me gusta ser dueña de mi tiempo. Entrar, salir, hacer lo que se me ocurra, en el momento que me pinta. No se trata de no sentirme capaz. Lo estoy y me siento capacitada para hacerlo, me encanta los chicos, y de hecho pasar mucho tiempo con mis sobrinos o mejor dicho, desde que fui tía sentí que podría ser una buena madre. Pero sé también que me gustaría compartir la responsabilidad de criar a un hijo, que deseo que sea producto del amor y no de un tubo de ensayo o surja sólo de mi deseo como mujer. No siento que para sentirme realizada sea mi obligación el ser madre. Tal vez te hace sentir completa, pero bueno, como dice el refrán, “siempre falta cinco para el peso”.
 Lo cierto es que hoy, encontrar al hombre que se convierta en el futuro padre de mis hijos, está cada vez más complicado. Estos tiempos posmodernos, a los que detesto pero a fuerza de golpes y lágrimas me adapte, hace que viva el aquí y ahora. No me permito ni siquiera la idea de fantasear, ni bien conozco a alguien, qué va a pasar después de ese encuentro. Lamentablemente, se disfruta del momento y punto. Es así como se vive. Me parece que a esta altura Gilles Lipovetsky, se quedó corto cuando habló del individualismo contemporáneo. Él hablaba de los tiempos de la posmodernidad, y ya no sabemos dónde estamos. Lo cierto es que cuesta cada vez más entablar relaciones que tengan contenido, forma y sustento. No digo que sean imposibles, digo que estamos sumergidos en la practicidad de los vínculos. Hablando de Lipovetsky, él dice que se copia lo viejo, pero sólo la forma y no el contenido. Pues así es como echamos mano a los viejos tópicos medievales, CARPE DIEM (aprovecha el día) o al TEMPO FUGI (la fugacidad del tiempo). Lindísimos tópicos, para algunos frases que los convirtieron en lemas de vida, pero parece que nos quedamos con las palabras y no con los valores que estos tuvieron en sus orígenes. Vivimos todo rápido, nada de compromisos, disfrutemos de todo, vivamos todos los días una fiesta. Estamos bajo la nueva cultura, “No me rompas los huevos”. La cultura del histeriqueo barato porque ya no es seductor estar haciéndose la gata flora, (y esto también corre para los hombres). ¡Qué fácil nos aburrimos y nos cansamos! Es horrible.
¿Qué hacemos los que sentimos que nacimos en una época equivocada? A fuerza de golpes, de muchas desilusiones y lágrimas derramadas, nos adaptamos. Eso sí, al menos yo, no vendí mis deseos, ni mis valores a estas nuevas culturas. Tampoco me termino de adaptar, es más me niego hacerlo. Por suerte, tengo amigos que tampoco se vendieron, siguieron abrazados fuertemente a sus convicciones. Uno de ellos, es mi amigo David, perro verde si los hay. Él siempre supo que no le interesaba tener una mina para pasar el rato. Quería conocer una mujer, enamorarse, tener una relación de verdad. ¿Saben qué? La encontró. Cuando me lo contó me sentí feliz, primero por él, claro está. Pero después, porque me demostró que los que no tranzamos con estos tiempos convulsionados, no estamos perdidos. Su chica, se lo planteo de una, no le interesaba pasar el rato. Tuvo la suerte de que se encontró con él, que pensaba igual. Ya eso de que el amor está a la vuelta de la esquina, se complicó. Pero al menos sé que en algún lado puede estar. 
 Hace muchos años leí un libro que se llama, “NO SÉ SI CASARME O COMPRARME UN PERRO” de Paula Pérez Alonso. Buena duda planteo la protagonista de la historia. Yo les comento, de mi última relación seria y formal, hace ya diez años. Me quedaron dos perros. Uno se me murió hace poco. No se pueden dar una idea lo que llore. Lo mal que estuve. Es más lo extraño horrores y cuando mi sobrina nombra a “Luca” (así se llamaba) se me llenan los ojos de lágrimas. Por suerte todavía está Byron, mi otro perro. Claro está que desde que me vine a vivir sola quedaron en casa de mis viejos. ¿A qué va esto? A que la cuota perruna en mi vida ya la tengo cubierta y no pienso comprar un perro, por más que sean una excelente compañía y lo más dulce del mundo. Me queda, casarme. Experiencia por la cual nunca pasé, ni siquiera tengo en mi haber una convivencia. Pero frente a esto, tengo claro, que sino se presenta de una manera natural, sino surge. No voy a vender mi libertad, por estar con alguien, por el solo hecho de no quedarme para vestir santos. Es más, les digo a la gente que me quiere, que si ven que me estoy por mandar una pelotudez como esa, me den un garrote en la cabeza y no me lo permitan. No quiero conformarme. No quiero resignar mi derecho a ser feliz. Tengo amigos que están en pareja, y me dicen: “Sé que no me da todo lo que yo necesito, pero es buena persona, me quiere, y yo la/lo quiero”. Nooo, yo no quiero que nadie diga esto de mi, ni yo decirlo. ¿Dónde queda el derecho a ser feliz? ¿Por qué condenarse a ser infeliz toda la vida, a conformarse con tan poco? ¡¡¡Nooo!!! Esto debe ser lo único que hoy por hoy tengo claro. Yo lo quiero todo, y si no lo encuentro, sino me llega…Entonces, pensaré en comprarme un perro.
 Lola
P.D.: Les presento a quien fue mi hijo del corazón, Luca. Él fue, es y será único en el mundo porque como bien lo supo decir el Principito, nos hemos domesticado.
P.D.2: Le dedico este texto a mi amigo David, que en estos tiempos posmodernos, encontró a su media naranja. Te quiero perro verde. 

1 comentario:

  1. Mi querida Lola, en la vida todo llega. Sobre todo, cuando menos te lo esperás... Me parace que tengo que hacerme una escapada al "fin del mundo" para charlar una ratito con vos... (eso si, cuando haga frío y no nos muramos de calor)

    Besos
    El perro verde

    ResponderEliminar