sábado, 10 de noviembre de 2012

Siempre estarás en mí


El texto que sigue a continuación lo escribí en marzo. Pero sentí que no era el momento de publicarlo, creía que le faltaba algo. Hoy lo público tal cual, sin cambiar una pincelada. Creo que es el mejor homenaje que puedo hacerle. Hace muy poquito, mi mamá se animó a confesarme que se enteró que ella había fallecido. Sabía que me iba a poner triste, porque yo la adoré y la adoró. Así que hoy quiero regalarle este texto

Anoche estaba mirando la película “Historias Cruzadas”. Una historia que habla de la discriminación racial, de mujeres, y sobre todo de la servidumbre, de esas mujeres que cuidan hijos ajenos y se ocupan absolutamente de todas las tareas de la casa. En el films las señoras adineradas tienen servidumbre porque esto les da un toque de distinción, muestra la pertenencia a una elite y también muestra lo banales, soberbias y miserias de esas clases de mujeres blancas, que se sienten superiores frente a la servidumbre negra, cuando en realidad son mujeres inútiles que para lo único que fueron criadas es para casarse, jugar a las cartas y reunirse para charlar con el fin de realizar actos hipócritas de solidaridad.   Cuando termine de ver la película, mi cabeza se llenó de imágenes de mi niñez. Mi madre que estaba y está muy lejos de ese tipo de señoras, necesito una empleada en la casa, sobre  todo para cuidarnos, porque tenía que salir a trabajar. Ver la película me hizo pensar en ella, en la mujer que estuvo muchos años en mi casa. ¡Gracias a dios! no teníamos la relación asquerosa que las mujeres “blancas” establecen con su servidumbre. Lo que más me conmovió de la película es que la protagonista, en su propósito de convertirse en una periodista y escribir, reúne la historia de estas mujeres negras, y en especial resalta el vínculo que ella tenía con la mujer que sirvió en su casa casi toda su vida, esa mujer que no sólo la crió sino que la ayudó a que crea en sí misma.
Feli, también fue muy importante en mi vida y lo seguirá haciendo hasta el día que me muera. Por esto me resulta chocante hablar de servidumbre, empleada doméstica, sirvienta, mucama, me parece horrible. Feli fue para mí, mi segunda mamá. Jamás la vi como una empleada. Es el día de hoy que recuerdo su sonrisa, su cara redonda con cachetes colorados, su tonadita correntina, y sus abrazos. No había nada mejor para mí que sus abrazos. Si me lastimaba, me abrazaba, si me veía llorando me abrazaba, cuando llegaba y se iba me abrazaba, para mí no había nada mejor que ella me envolviera entre sus brazos y me apretara fuerte contra su pecho.
Recuerdo que todos los viernes preparaba mis cosas porque me quería ir con ella. Uno de esos viernes mi mamá me dejo ir a pasar el fin de semana a su casa. Las dos estábamos felices. Me llevo a su hogar, me atendió como si fuera una princesa. Compartí esos días con su familia, es más, justo celebraban el cumple de una sobrina, así que estuve en la fiesta y todo. Me encanto. Ese finde quedó en mi memoria como uno de los mejores.
Cuando nos mudamos ella siguió trabajando en mi casa, lo hizo hasta que yo tuve once años si mal no recuerdo. De todas maneras, seguimos en contacto varios años más. Incluso con mi mamá, mi tia Doris y yo, una noche de carnaval fuimos a la iglesia para ver como se casaba Zulma, la única hija de Feli. Ese día ella explotaba de felicidad, no podría decir por qué estaba tan feliz, si por el casamiento o porque nosotras habíamos ido a saludarla, lo cierto es que no puedo olvidar su cara de sorpresa y de emoción. Mucho tiempo después, cuando mi hermano sufrió el accidente, un mediodía vino con su nieto a vernos. ¡¡Qué alegría me dio!! A veces encontrarte con alguien que hace tiempo que no ves te choca con la realidad y te das cuenta de cuánto extrañas a esa persona. A mí me había pasado eso. Ese día ver a Feli, fue sentir su falta. Darme cuenta lo mucho que la extrañaba. Ese día fue la última vez que la vi. Lo último que supe de ella es que se había ido a vivir a Corrientes con toda su familia. 
Ya perdí la cuenta de los años que llevo sin verla, de que no sé absolutamente nada. Pero eso no impide que yo la tenga presente siempre. La mantengo intacta en mi memoria. El primer día que la vi, la vez que me reto porque me subí a la higuera del fondo de mi casa y no me podía bajar, y gritaba como una loca ¡¡¡Feliiii, Feliii, llamen a Feliii!, de mirarla mientras planchaba. Nunca entendí porque debajo de sus camisas ella tenía puesto un cinturón debajo justo de su pecho, porque no usaba enaguas. Siempre sentí que éramos sus pollos y ella nos ponía debajo de su ala.  Hace poco leía el libro, MUJERES QUE CORREN CON LOS LOBOS, y la autora hablaba de que todos tenemos una madre biológica pero a lo largo de nuestras vidas tenemos muchas, todas nos dan aquello que necesitamos. Feli, como dije fue mi segunda mamá y lo seguirá siendo. Siempre pienso en ella, la tengo presente, hay días que me gustaría recibir uno de sus abrazos, sobre todo cuando estoy triste. Hay días que me gustaría reírme con ella y ver como se ponía colorada, o quedarme sentada en la mesa y charlar con ella mientras plancha, como lo hacía cuando era chica.
Feli como me gustaría verte de nuevo y compartir un fin de semana con vos, como aquel que vivimos. Pero no para que me atiendas, sino para que tomemos mates, charlemos, nos riamos y me llenes de abrazos. Te extraño…
Lola
P:D.: Para vos Feli, dónde quiera que estes, con todo mi amor…gracias por haber formado parte de mi vida, gracias por haberme querido tanto…siempre estarás en mi aire y en mi corazón

2 comentarios:

  1. Es conmovedora... qué suerte haber tenido una persona que te supo dar tanto. Besos!

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    1. Gracias Gaby!!! Por tu comentario, por leerme y por los mates que compartimos!!! Es un gusto que te hayas cruzado en mi camino, espero que sigas ahi!!!!besotes!!!

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