domingo, 12 de diciembre de 2010

CUENTA CONMIGO

¿Por qué cuesta tanto ser sincero? ¿Por qué algunas personas hablan de honestidad y no terminan de serlo? ¿Por qué nace la mentira? No lo entiendo. Es cierto que decirle a alguien que no queres tener una historia es feo y más cuando el otro está enganchado. Es cierto que por lo general, nadie dice que no le pasó nada con vos, que no tiene ganas de volverte a ver, o que solo quería pasar un momento. No soy una santa, en algún momento, como pude lo dije, o también desaparecí. Pero no me jacto de haberlo hecho, me sentí mal y a partir de ahí, como me sale fui diciendo las cosas. Ahora jamás utilice el verso, la mentira  ya sea para conocer a alguien, como para cortar. Y sin embargo, vivo cruzándome con hombres que el 80% de los casos, en nombre de la sinceridad, mienten. Por suerte, también me encontré con ese 20 % que va de frente y dice lo que tiene que decir, en tiempo y forma. Estos son los que en algunos casos, por no vernos más, recuerdo con cariño, y con los que si sigo teniendo contacto se convirtieron en buenos amigos.
Lo cierto, es que el ir experimentando esas “mentiras cotidianas”, hicieron en mí, que de alguna manera me protegiera, establezca una defensa y cambiara mi forma de pensar. Ahora dejo que las cosas simplemente sucedan, sin esperar nada. Si me sorprenden para bien, bienvenido sea. Si no es así, me digo, “por algo será”. He bajado muchísimo mi nivel de enrosque. Las mujeres somos así, nos enroscamos mucho cuando no entendemos  que le pasa al otro, cuando nos dejan espacios en blanco. Entonces buscamos la manera de llenarlos. Diciendo, “pero si en un momento me dijo tal cosa, o hizo lo otro, qué le pasa ahora que actúa de manera diferente”. Y cuando solas no podemos, nos reunimos con nuestras amigas y debatimos los hechos  tratando de encontrarle una explicación lógica que nos cierre. Las mujeres somos así. En cambio los hombres, tienen una practicidad que sorprende. No se enroscan, no piensan en el por qué de las cosas, simplemente, bajan la cortina y siguen. No digo que no hagan duelos, ni que no sufran. Digo que tienen otro estilo y otros tiempos. A veces me gustaría ser como ellos. Pero bueno, nací mujer, y el género manda.
Se preguntarán ¿A qué viene todo esto? A algo tan simple y en alguna medida, triste porque una vez más caí en la desilusión. Les voy a contar porque hace ya varios meses, dije y lo han leído en la historia “Cerrado las 24 hs.  por tiempo indeterminado”, que estaba de retiro espiritual. Al comienzo fue una decisión personal, pero después los avatares cotidianos me llevaron y me llevan a mantenerlo, sin que lo busque. Hace meses que estoy “a social”, es decir, cero vida social, ni siquiera con amigos. Cosa, aclaró, ya me está preocupando un poco porque ellos me hacen este señalamiento todo el tiempo. También es cierto que siempre fui algo ermitaña y que me gusta mi soledad. Pero bueno, esa es otra historia.
Cuando lo conocí, hacía poco que venía con el corazón con agujeritos, con lo cual estaba algo reticente a meterme en una historia. Pero estas cosas son así, una no dispone de nada, solamente suceden, y sin darte cuenta te vez envuelta en un rollo nuevo. Así me paso. Cuando empezamos hablar los dos estábamos dispuestos a que si aparecía la posibilidad de empezar una historia nueva con alguien, a tomar las cosas en serio, iba dejarse llevar sin poner trabas. De hecho, en eso yo soy muy precavida, nunca hablo de eso, dejo simplemente que las cosas me sucedan, y se den de manera natural. No creo que las cosas deben forzarse, sino todo lo contrario. Es más, prefiero que sin esperarlo, las cosas me sorprendan. Y él me había sorprendido, y mucho.
Durante los primeros quince días, fue estar pendiente del celular y del msn. Si yo no aparecía, tenía un mensaje que decía ¿Dónde andas? O en mi celular, me aparecían mensajes diciéndome: “estoy de reunión en reunión y no puedo dejar de pensar en vos”. A mí me pasaba lo mismo, no voy a mentirles. Hacía tanto tiempo, que no me sucedía algo así. Hacía tanto tiempo que no sentía la posibilidad de creer, que podía comenzar una historia bien, que podía de alguna manera, bajar esa barrera que me protegía. Él me hacía sentir todo eso. Cada palabra suya. Porque les aclaró, fue él que desde un comienzo empezó a decirme que él no quería ser un tipo más en mi vida, que no quería que yo fuera una más, sino que quería tener una historia y que se iba a encargar de hacer que yo siempre me sintiera bien. Creí. Fui tan ingenua que creí en cada una de sus palabras. Caí como una adolescente. Es más creo que hoy por hoy, las adolescentes la tienen más clara que yo. Lo cierto, es que estaba ilusionada, que me encantaba recibir todo el tiempo mensajitos en que leía, “TE EXTRAÑO… ¿Y VOS?”, o “NO PUEDO DEJAR DE PENSAR EN VOS” . Y sí, encontrarme durante el día con estas palabras, hacían que mi estomago se llenara de mariposas, que me sonriera en cualquier lugar y en cualquier momento, que corra para llegar a mi casa prender la pc, y quedarme hablar con él por msn hasta las cuatro de la mañana. Todo era fantástico. Todo hasta ese momento era, hasta que no estuviéramos juntos, cada uno era libre de hacer lo que quiera, pero una vez que eso pasara, íbamos hacer exclusivos. Lo cierto es, que la noche que estuvimos juntos fue perfecta. Él pasó a buscarme por la casa de mi tía, yo estaba de reunión familiar. Él se expuso a que mi familia lo viera. De hecho fue así. Mi tía abrió la puerta, mis primos espiaban por la ventana, mis hermanos y el resto de la familia me cargaba. Pero ahí estaba él. Apoyado sobre su camioneta, con una sonrisa de oreja a oreja, con cara de contento. Yo estaba igual. Además, hay algo que me olvide de contarles. Nos llevábamos súper bien, nos divertíamos mucho, nos reíamos tanto y también podíamos hablar de todo. Algo que me encanta que suceda.
Fue vernos y comenzamos a reírnos. Teníamos tantas ganas de estar juntos. Durante ese día contamos las horas que nos faltaban para vernos. Es más, él me jodía diciéndome, “mira que si estás enquilombada, nos vemos otro día”. Sabiendo que le iba a decir que nada que ver. Ahí estábamos, en la camioneta, rumbo a su casa, fumando un cigarrillo, matándonos de risa. Charlando como si nos conociéramos de toda la vida. Lo cierto es que cuando te sentís que estas en las nubes, te olvidas justamente de eso, que ese ser que tenes al lado tuyo, no lo conoces de toda la vida, que recién estás viendo lo lindo que tiene para mostrarte. Pero nada más.
Decirles que fue una de las mejores noches de mi vida, es no poder plasmar en palabras lo que vivi y sentí, en cada beso, con cada caricia. Ese hombre de 44 abriles, me hacía sentir especial, me hacía sentir que todo era posible, que por fin había encontrado alguien que me despierte las ganas de apostar a una historia. Fue mágica esa noche. Sentí, que después de mucho tiempo la vida me estaba dando una nueva  y linda oportunidad, como si me dijera, “fue bueno esperar, por fin algo especial me sucedía”. Además les confieso algo, siempre sentí que no tenía nada que compartir con un hombre que me llevara bastantes años, no por prejuicio, simplemente porque siempre considere que a mí me faltan cosas por vivir y  que el otro ya las había vivido. Con él me pasó todo lo contrario. Sentí que por fin en mi vida aparecía alguien que tenía el rumbo claro de su vida.
Volviendo a esa noche, como ya dije fue mágica. Sentir que teníamos tanta química, confianza, piel, era como si no hubiese sido nuestro primer encuentro; y sin embargo, fue así.
Amanecer juntos, sentir que alguien me abrazaba  y me llenaba de mimos. Fue maravilloso. Estaba tan desacostumbrada . Estuvimos juntos hasta el mediodía. Después me trajo a mi casa. Y algo pasó.
Durante los años que hice terapia, mi psicólogo siempre me dijo que creyera en mi instinto, que yo tenía un sexto sentido que me hablaba y que no fallaba casi nunca. Ahí estaba, mi puto sexto sentido, porque cuando baje de la camioneta, sentí una puntada en la boca del estomago, que me decía que “esto era muy perfecto para ser para mi”. Y fue así nomas. Ese domingo, hablamos por msn cuando él llegó a su casa y quedamos en que a la noche nos volvíamos a conectar. No sucedió. El lunes no recibí ningún mensajito de los que ya estaba acostumbrada a recibir, nada que hiciera referencia a lo que habíamos compartido, o si me extrañaba. Nada. El único que me mandaba señales y me decía,” habla por qué algo pasa”, era mi sexto sentido. Así lo hice. Durante el día mande un solo mensaje que no obtuvo respuesta. Así que a la noche lo llame. Su voz era otra, su voz antes de que me dijera nada me confirmaba que nada iba a nacer, sino todo lo contrario, que algo se terminaba antes de que comience. Arreglamos que cuando llegaba a su casa me llamaba para hablar conmigo. ¡¡¡Chan!!! Cuando te dicen así, sabes que el panorama no es bueno. No lo fue.
Me llamó con voz seria, y me dijo que el domingo a la tarde, después de haber estado conmigo, su ex, con quien había cortado a principio de año, había ido a su casa hablar con él. Y que al verla sintió que lo movilizaba, que no estaba la historia cerrada, que no sabía qué quería, que no sabía si me iba a volver a ver y que en ese estado no podía empezar nada con nadie. Pero sobretodo me decía que estaba siendo honesto. Les pregunto ¿Tengo que creerle? Sé que había algo de mí que le molestaba. Y es que a mí me cuesta muchísimo decir lo que siento, lo me pasa. Doy muchas vueltas. Los que me conocen saben que termino diciéndolo todo, es cuestión de tiempo. Es más, no es algo que hago a propósito, realmente es una dificultad que tengo y la sufro. Si tengo que decirle a cualquiera de mis afectos, que lo quiero, empiezo a sentir que se me anuda la garganta, que no puedo respirar, me duele el estomago. Es así, les juro que es feo. Sé que me cuesta porque tengo miedo de mostrarme tan vulnerable, de mostrar que desnudo mi alma, y sé también que me pasa, porque cuando lo logré hacer, me lastimaron. Lo cierto es que él me decía todo lo que estaba sintiendo y yo tenía un nudo en la garganta que no podía hablar. Cuando me pasa eso, automáticamente me pongo a llorar. Es sentir querer decir algo, y la impotencia de no poder hacerlo, es sólo eso. 
Yo escuchaba sus palabras, y pensaba ¿Qué casualidad, justo ayer apareció esta mina? ¿Por qué me está pasando esto? Y sí, “era muy perfecto para que sea para mí”. Mi cabeza, me repetía…”Sos una boluda, caíste de nuevo”. Yo sólo sabía que no podía, ni siquiera me interesaba competir con una historia de un año de noviazgo. Qué no entendía bien qué pasaba. No podía comprender que un hombre de 44 años no tuviera en claro que quería. Me hacía está composición de las cosas: Si aparece tu ex y te mueve cosas, ¿por qué no están juntos?”. Desde mi experiencia, al menos a mi me pasó, que cuando algo se rompió e hizo que cada cual siguiera su ruta, por más que lo viera y sienta algo, (porque vamos!!, siempre que uno tuvo una historia con alguien, con el que hubo amor y viviste cosas grosas, siempre te va a movilizar, por más que pasen mil años, y cada uno tenga su vida armada. Eso no quiere decir que tengas ganas de volver.)ya pasó el tren, sino hubiera sido así, estaría con esa persona. También aprendí que las segundas partes no son buenas, y menos emparchar las cosas.  No sé, al menos yo soy así. Lo cierto, es que lo escuchaba hablar y yo me sentía triste. Me costaba no caer en el lugar común de decir, no era más fácil, más honesto, decirme que sólo me querías curtir. Digo, diciendo esto siempre das al otro la posibilidad de elegir. Era necesario, decirme que querías una historia conmigo, y tantos mensajitos durante días.  No quise caer en esto. Es el día de hoy que no lo hago. Al contrario, me digo que estuvo bueno lo que viví, porque me hizo sentir cosas que creí que no iba a volver a sentir, porque me sentí viva de nuevo, porque es ley de vida, ganar o perder, pero siempre trato de quedarme con lo mejor de cada momento. Así lo hice y lo hago.
Lo cierto es que después de esta mini historia, quede marcada. De vez en cuando, cuando él tiene ganas, aparece en mi pantalla y charlamos un poco. Me sigue haciendo reír. Se preocupa porque yo tenga sexo. Su teoría es buena, dice que lo viva así, que tenga sexo sin pensar en nada más, que disfrute y listo. No importa si el otro me gusta o no. Ojalá pudiera ser así. Pero no, yo al menos tengo que sentir que ese otro me despierta deseo, me atrapa, me gusta; aunque sólo sea una noche. Ahora, hace tiempo que no aparece, y sé que no lo va hacer más. Yo jamás me niego a la posibilidad de los vínculos, si alguien me aporta algo en mi vida, si me parece buena gente, si comparto y puedo compartir lo que sea ¿por qué perderla? Siempre doy la posibilidad a que me conozcan y me doy la posibilidad de conocer al otro.  Pude no haberle gustado, pudo sentir que no quería tener historia conmigo, y eso es respetable, yo al menos, me doy siempre, que el otro quiera, la posibilidad de generar una amistad.
Sé que esta historia me marco, porque quise retirarme de las pistas por un tiempo. Volver a encontrarme conmigo misma para revisar mi corazón. Además, porque soy consciente que en este año, tuve varias desilusiones, él fue la última gota que rebalsó el vaso y mi stop. Por el momento, no tengo ganas de pasar por lo mismo. Creo estar entendiendo cada vez más el juego, cuando sienta que lo puedo jugar, saldré de nuevo al ruedo . Mientras tanto, hago lo mismo que él, sólo pongo todas las fichas y mis energías en mi trabajo y en mi estudio.
A él, me gustaría decirle, que me quedó con lo mejor, que agradezco haber vivido esa noche maravillosa, como cada charla, cada sonrisa compartida. Con eso me quedó, con lo que causo en mí. No fue un hombre más en mi vida. Fue alguien especial, alguien que recuerdo con una sonrisa aunque haya sido, un instante. Fue una linda huella más en mi camino. No tengo nada que reclamarle. Espero eso sí, que haya sido sincero. Al menos yo, lo tengo en ese 20% de los hombres que hablan con honestidad. No me miento, y digo, ¡Qué lástima que no pudo ser! Pero bueno, las cosas se dieron así y por algo será. Evidentemente, no era el hombre para mi, ni yo la mujer para él. No me arrepiento de nada de lo vivido, al contrario, fue una de las cosas lindas que tuve este año. Y si hoy, después del tiempo transcurrido, escribo este relato, es porque lo hago desde la mirada que recuerda los buenos momentos. Esto es algo que siempre hay que celebrar. Tal vez, a muchos les resulte una tonta, a otros una ingenua o simplemente una boluda importante. No importa. Yo valoro lo vivido. Todo siempre nos deja algo para aprender, para seguir creciendo y nos impulsa a seguir caminando. No me gusta, que la gente sea una flecha fugaz en mi vida, pero tampoco puedo hacer algo para que esto no sea así. Él otro siempre tiene razones aunque mi razón no entiende, pero respeta. Lo cierto, es que hablo desde el corazón, a él le digo: Gracias por los momentos compartidos, por haberse cruzado, aunque sea un ratito, en mi camino y yo en el suyo…Por eso desde mi corazón al tuyo, te digo cuenta conmigo.
Lola
P.D: Es un tema precioso, lo comparto con ustedes porque fue el que me inspiro a escribir este relato. Sé lo dedico a él, a vos...G.

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