Hacía tiempo que no me reía tanto de mí. ¡Sí, así
como lo leen! De mí. La verdad es que últimamente me pasaron varias cosas y
todas me resultaron dignas para hacerlas historias y que formen parte de este
espacio. Pero todavía no puedo. Tienen que madurar dentro de mí.
Lo cierto es que tengo mi cabeza dando vueltas en
el aire. Hay varias aristas abiertas. A las que analizo una y otra vez. Después
de cansarme de rumiar, decidí dejarlas en el cajón. En algún momento, sin
quererlo, sin tanto esfuerzo encontraré la solución a cada una de ellas, o me
haré cargo que la respuesta ya la sé, pero no me animo a ejecutarla, a ponerme
en acción. No es el momento de hacer nada. Siempre es bueno estar segura de lo
que quiero. Por lo tanto, me digo, “si una no está convencida de hacer algo,
mejor no hacerlo. En este estado, las probabilidades que todo salga para el
culo, es el 100%”.
En medio de este remolino en el que me encuentro
sumergida, recaí en algo que hacía mucho tiempo que no me daba cuenta o no
quería ver. Es simple, me di cuenta que no soy prioridad para nadie en
especial. Salvo para mis viejos que ellos siempre están atentos a todo lo que
me sucede. De todas maneras, hablo de otro tipo de prioridad. Hablo de esa que
significa ser importante para alguien, más exactamente para un hombre. En este
momento de mi vida, soy como Carrie, la protagonista de Sex and the City, en
sus peores épocas con el Sr. Bing. Yo también tengo uno. ¿Qué mujer no tuvo uno
o no lo tiene? Creo que todas. Lo cierto es que este hombre tiene un encanto
especial, que hace que me derrita al verlo. Él sólo me regala momentos y yo me
siento la ladrona del tiempo. No me autocompadezco. Sé que también soy responsable de esta situación.
A veces la disfruto, otras no. Por el momento, no me jode ni me trae
conflictos. Y como dije al principio, todavía no tengo claro que hacer con
ella. Dejo que las cosas sucedan, solas se van acomodar y será lo que tenga que
ser.
Volviendo a lo que anuncié al comienzo. Lo que
llevó riéndome de mí, no tiene nombre, jaja. Si alguien me filmara se haría una
linda panzada de risa gratuita. ¿A qué se debe tanta jarana? Se estarán
preguntando. Decidí ser mi PRIORIDAD, ya que no me sentía importante para nadie
en especial. Decidí hacer algo por y para mí. Así que me puse en acción.
Hace tiempo que venía con ganas de pintar el
departamento y más después de haber sufrido la segunda invasión de albañiles.
(Éstas merecen ser contadas con lujo de detalles, sobretodo la primera, pero se
las debo para otro momento).
Por la segunda intervención del sindicato de
constructores, tuve que mudar toda la habitación, a los pequeños rincones del
resto del departamento. Lo que significa, estar durmiendo en el suelo con media
casa encima de mí. Observé detenidamente
la situación y ahí como por arte de magia, ¡se me hizo la luz! Me dije, “¡¡Si
estoy en el baile, voy a bailar!!” Llame a mi papá, para que me dé todo el
instructivo que necesito. Luego me acompaño a la pinturería. Tenía todo. No
quedaba otra cosa que ponerse a laburar. Busque un viejo jogging, atuendo
indispensable para el trabajo forzado. Ate un pañuelo en mi cabeza, espátula en
mano y a rasquetear se ha dicho.
Comencé la aventura y con ella, a matarme de risa.
La pintada me hizo descubrir un mundo de cosas. La primera y fundamental. Venía
postergando el hecho de anotarme en Pilates. Por H o B, siempre tenía una
excusa, la plata, el tiempo, etc. Pues, debo decirles, que no pensé nunca que
pintar te pone en forma, y ¡¡de qué forma!! Ejercito músculos que creí que en
mi anatomía corporal no existían. Me
duele hasta el alma. Mi madre está preocupada por mi problema de espalda y
cervicales. Eso es un poroto. Las articulaciones una a una se pusieron en
movimiento. Ahí tuve mi primera carcajada, cuando me di cuenta que de a poquito
me sentía más ágil aunque me doliera todo. Por un lado, me decía: “¿Qué
necesidad tengo de andar haciéndome la guacha pintora? ¡Ya tengo edad de
señora! ¡No estoy para estos trotes! Jajaja… Después me respondía, “A ver, mi
presupuesto no da para pagar un pintor. Segundo, ya me había sentido invadida,
molesta, por tener gente extraña en mi casa trabajando. ¡Así que deja de
quejarte!” Por otro lado, en esta casa no hay hombre o sea, tampoco me puedo
hacer la servicial, cebarle mate a otro mientras lo miro trabajar como un
burro. Mientras pensaba en todas estas bobadas, me reía de mi misma, me miraba
en el espejo y parecía un payaso tercermundista. Tenía pintura por todos lados,
pero me sentía y me siento feliz. No importa si queda excelente, importa que lo
haga por mí, porque yo quiero que mi casa se vea bonita, se respire un aire
nuevo, especial.
A la noche, para descansar después de mi primer
día de trabajo arduo me puse a mirar, por vigésima vez, la película “El diario
de Bridge Jones, la uno y la dos” Así continuadas. Me volví a reír de mí. No
estoy o mejor dicho, no cuento la cantidad de cigarrillo que fumo, ni los kilos
demás que tengo o bajo. No me emborracho sola por las noches, pero si me sentía
torpe como ella. Les confieso algo, no sé cómo pero tengo mis pantorrillas
llenas de moretones. Encima tengo ese tipo de piel, que de nada le sale una
aureola violeta. Pues parezco una especie de queso gruyer en mal estado.
La aventura de la pintada, está en pleno proceso,
ya termine mi habitación. Ahora cuando quise hacerle frente al baño. ¡¡¡Zassss!!!
¡¡¡Lo que me faltaba!!! Se me vino una parte del techo a bajo. ¡Conste en acta
que no fue mi culpa! Ya tenía una rajadura, que ingenuamente creí que era
pintura levantada. ¡¡¡Má qué pintura levantada!!! Yeso puro, que se desprendió
con sólo soplar. Así que con toda la tranquilidad del mundo, tome mi banco
alto, el cual utilizo para llegar a los techos y sitios altos, barrí todo lo
que había caído de ese cielo raso. Y como buena mujer, cerré la puerta. Llamé a
mi padre, superviso lo ocurrido. Las palabras del hombre experto fueron: “Llama
al dueño y que te mande un yesero” Así que estoy a la espera de que me vengan
arreglar el techo. Sin quererlo, en breve tendré, la tercera invasión de
albañiles.
Otra cosa que me sucede es la siguiente, le tengo
pánico a las alturas. Debe ser eso de que al ser petisa siempre estoy más cerca
de la tierra que de los cielos. Pues bien. Subir tres escalones que tiene mi
pequeña escalera, me llena de pánico. Encima se mueve mucho. La primera vez que
subí, ya me imaginaba en el suelo, con una pierna rota y el tacho de pintura en
la cabeza. Por lo tanto, opte por usar un banco alto de madera que tengo, el
que utilizaba para mis ensayar mis espectáculos de narración oral. Con esto
surgieron otras revelaciones. La tonificación de piernas que estoy teniendo es
impresionante. Cada vez que me subo, contraigo y esfuerzo tanto las piernas por
miedo a caerme, que se están poniendo duras como un garrote. La otra, es que de
a poco, hago tripa corazón y voy venciendo mi miedo a las alturas. ¡¡Bien
ahiiii!!! Vamos que se puede.
¿Quién necesita de un hombre en casa? Pues parece
que yo no. Y me encanta sentirlo. Mi madre vive diciéndome que “UN HOMBRE NO LO
ES TODO EN LA VIDA DE UNA MUJER”. La verdad, que esta frase parece estar
retumbando en el ambiente. Con esto, quiero que quede claro, no quiere decir
que no me gustaría tener un hombre en mi vida, tener una pareja. Pero por
ahora, lo que hay me alcanza. Y les hago otra confesión, me siento feliz de
haberme dado importancia, de ser MI
PRIORIDAD. Un terapeuta que tuve, me regaló un escrito que hablaba del egoísmo positivo.
Estoy ejerciéndolo. Me estoy ocupando de mí y mi pequeño mundo. Calculo que
esto también tiene que ver con aquello que mi madre solía decirme cada vez que veía el
quilombo de mi habitación. Ella decía que ese desorden era el reflejo de cómo estaba
mi mente. Por las dudas, tomo todo en cuenta. Quiero un ambiente nuevo, cargado
de nuevas energías. Lo siento como un nuevo comienzo. Algo bueno se viene, me
predispongo a que eso suceda. Mientras tanto, chicas, les recomiendo que PINTEN
SU MUNDO, subir, bajar, estirar el brazo a la derecha a la izquierda,
agacharse, poner firmes las piernas, etc. Todo esto hace que te pongas en
forma. Quién te dice, casa nueva, físico nuevo. Mi Olimpo será el mundo de esta
pequeña diosa. Jajajaja.
No hay nada
mejor que saberse reír de uno mismo, como así también, de darse importancia. No
sé puede querer o pedir ser importante para otros, si en primer lugar no somos
importantes para nosotros mismos. A mí, me cuesta esto. Por momentos me olvido.
Será que también me había olvidado lo bien que se siente. Por suerte, todavía
me sube agua al tanque, y pude recordarlo.
Por último, mientras pinto desenfrenadamente o
rasqueteo algo, pongo música para que me dé pilas. Cuando vi la peli de Bridget
Jones, busqué un tema que me encantó, y anoche mientras corría los muebles y
preparaba la cocina para empezar a trabajar en ella, lo escuchaba. Se lo
adjunto de regalo, junto con un testimonio de esta aventura descontrolada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario