jueves, 1 de septiembre de 2011

LAS PRINCESAS DE LOS CUENTOS




Estos días me anduvieron persiguiendo una serie de pensamientos. ¿Cómo si ya no tuviera bastante con todas mis cosas como para andar pensando chorradas? Pero fue y es así.
El sábado a la noche  estaba muerta. Durante la semana lo único que deseaba con toda mi alma era que llegara el finde para estar en mi casa, y reducir mi mundo a mi cama. Taparme hasta el cuello, el termo y el mate al lado, mis papeles para trabajar, y sumergirme en un bagaje impresionante de películas. Así fue como me encontré mirando, por milésima vez “El espejo tiene dos caras”. Hay una escena que me resulta sumamente maravillosa, y es cuando Barbra Streisand está dando clases en el aula magna de la universidad de Columbia y habla de los arquetipos femeninos, “en que nunca nos contaron como la cenicienta volvió loco al príncipe con su obsesión de limpiar el castillo, porque echaba de menos a su aspiradora”… “nadie nos cuenta que sucede después”. Es cierto. Nadie nos contó que ocurre después. Eso sí, todo cuento tradicional que hubo dando vueltas por ahí, los Hermanos Grimm, Charles Perrault, etc., etc., nos han quemado a nosotras, bastante la cabeza. Pese a que a esta altura de la vida, sobretodo las que ya pasamos los 30 pirulos,  sabemos que el príncipe azul no existe, no dejamos de haber sido de esa clase de mujeres que crecimos bajo el lema de armarse un hombre ideal. Es más, cuando los cuento de  hadas, nos resultaron sumamente infantiles, apareció Quino, y ¡¡¡¡Zaaassss!!! Nos trajo a Susanita, la representación moderna y actualizada, de las princesas que querían ser rescatadas por sus hombres. Y fue justamente, con ella, que terminaron de criarnos. Por suerte, también apareció Mafalda. Pero bueno, todas de alguna manera, unas más, otras menos, tenemos una Susanita dentro, y quisiéramos encontrar ese hombre que responda a nuestro imaginario, o al menos se acerque.
Lo cierto es que crecimos leyendo que las malvadas envidiaban a las buenas y bonitas, y le hacían padecer cuanta maldad se les ocurrieran, desde la rueca con la aguja envenenada para caer en un sueño eterno, morder la manzana, que vaya a parar a la panza del lobo, o que una bestia la secuestre o que tenga que besar a un sapo. Si se lo ponen a pensar, como yo en este caso, quién no tuvo un bestia que mejor perderlo que encontrarlo, quién no ha tenido un chico lindo, bonito, esos salidos de catálogo de modelos pero cuando sentíamos que nos rescataba, preferíamos morirnos envenenadas porque no teníamos de qué hablar, o él tenía tres o cuatro temas, y ampliar su espectro temático, era entran en profundidades y nos miraba como diciendo, “¡y ésta de qué habla, se hace la intelectual!” y seguramente, más de una vez, quien menos nos gustaba, nos ha hecho reír, nos ha regalado la mejor noche de nuestras vidas, y al besarlo, sentir que hemos encontrado a un ser humano hermoso, pero éste, justamente éste nos ha dado una linda patada en el culo. Lo cierto es que todas estas historias nos han jodido la vida, y nos la siguen jodiendo de alguna forma.  Porque cuando terminamos una relación sentimos que algo nos han roto,  o cuando por el afán de intentar tener una linda historia de amor esforzamos las cosas, y en realidad, sabemos perfectamente, que no va a funcionar, o cuando sufrimos por un amor no correspondido, el corazón nos queda partido. Entonces comenzamos a sentir un montón de cosas juntas, que ordenarlas y clasificarlas con etiquetas para guardarlas en un archivo se nos hace sumamente complicado. Porque a veces sentimos que fracasamos, otras no entendemos que capítulo de la historia nos perdimos porque no sabemos cómo llegamos a estar en medio de la nada, otras es el dolor que produce la confirmación de que nos equivocamos, más el sufrimiento de la perdida, pero sobre todo, creo yo, desde mi humilde opinión, que hay un dolor que va más allá de si nos dejaron o dejamos, o de sentir una gran tristeza por lo que no fue. Creo que el dolor que por ahí nos atraviesa como una lanza, aunque sea momentánea, es sentir que perdimos nuestra historia, nuestro cuento,  darnos cuenta que ese hombre que en su momento parecía el príncipe que nos rescataba, se transforma  simplemente en un hombre común y corriente al que se le fue todo encanto o hechizo, y desaparece. Junto con él, se van muchas cosas que se simplifican en la frase, “… Y vivieron felices y comieron perdices”.  Entonces nos encontramos frente a la cruda realidad, de que en algún lugar, se nos siembra el interrogante, de si alguna vez, nuestro cuento, ese que soñamos desde chicas, ese que se nos instaló como un chips en la cabeza de que tenemos que casarnos, tener hijos, formar una familia, se irá a cumplir. Las que ni siquiera lo concretamos todavía, tal vez nos preguntamos, cuántas materias nos faltan para recibirnos de princesas y nos rescate el príncipe. Porque lo que va de la vida, vivimos dando examen, y al menos a mí, me han dicho, “no entiendo cómo estás sola, sos inteligente, bonita, una mina muy piola, con mucha onda y sentido del humor, independiente, etc., etc. etc…” Sin embargo, pese a todo eso, parece que todavía no me recibo, y la carrera sigue siendo larga porque nadie me dice cuantas materias me faltan por cursar. Por otro lado, hace rato que curso sin darme cuenta, como sin quererlo porque no es una carrera que pueda abandonarse. Por eso es importante, que tengamos en claro, que no todas nacimos para ser princesas, protagonistas de esas lindas historias de amor. Tal vez nos toca, contar otro tipo de historia, como ésta que habla de las mujeres que están solas, que luchan todos los días de su vida, y que van construyendo otro tipo de cuento, en el que le vamos poniendo distintos encantos y entretenimientos, con la esperanza de que tal vez algún día nos llegue el hombre que comparta nuestra vida, porque ya no le toca rescatarnos de nada. Pero si éste no aparece, tampoco nos convertimos en las malvadas, en las resentidas con la vida, sino que buscamos la forma de ser felices, sintiéndonos bien con nosotras mismas y no sintiendo que todo lo que vivimos no vale la pena, porque el  hechizo se rompió a las 12 de la noche. También es cierto, que hay otra realidad, a las que les digo con una mano en corazón y sin juzgar a nadie, que no me gustaría vivir. Pero hay quienes que con tal de tener el cuento de hadas, de tener una historia de amor, cada noche cuando se van a dormir, sienten el deseo de no estar ahí, o sienten que están durmiendo con el enemigo, que ese hombre que tienen al lado es muy buen tipo, lo quieren mucho tanto que se acostumbraron a él, pero no lo aman, porque cuando están solas piensan en ese otro que en algún momento de sus vidas conocieron, se enamoraron perdidamente y no pudo ser, o lo que es peor,  les vendieron fantasías de colores, las creyeron, y todavía esperan que se cumplan. Cuando sabemos que si esa historia no fue, es porque tuvo una causa, la fundamental, es asumir que a ese hombre no le interesamos, si esto no hubiera sido así la historia hubiera sido otra. ¿No les parece?
Volviendo a como los cuentos nos han quemado la cabeza, a eso que no nos contaron. Pienso, hubiera sido buenísimo que me contarán como Blanca Nieves envejeció al lado de ese príncipe, si cayó en la monotonía del matrimonio, o si descubrió que su marido le metía los cuernos con una de las damas de la corte, o si él se paseaba por el palacio haciéndose el metro sexual y relataba sus aventuras amorosas, o si se escapaba a un prostíbulo mientras Blanca Nieve estaba despierta porque uno de sus hijos tenía fiebre, o porque estaba teniendo sexo con el mayordomo. Nadie nos contó el después, los únicos después reales que existen son los nuestros.
Por otro lado, no se dieron cuenta que no existen cuentos tradicionales, en el que protagonista sea un hombre y sea éste el que tiene que ser recatado por la princesa. No los hay, me encargué de leer muchos relatos, con final o sin final feliz, las mujeres son las que padecemos todo tipo de calamidades y las que necesitamos ser rescatada por un hombre. Es más, si le dan una hojeada a los mitos griegos, Zeus era un mujeriego empedernido, le metió los cuernos a Hera hasta hartarse, y pese que ella se vengaba furiosamente con las amantes de su marido, la historia no fue al revés. Pero, sabemos, y tal vez lo hemos vivido, que las mujeres también hemos  rescatado a más de un hombre. Sin embargo esto no se cuenta, no fue tan interesante para la literatura. Ahora que bueno hubiese sido que a los hombres le hubieran quemado la cabeza con cuentos como estos. Mejor dicho, me hubiese gustado que coexistan los dos tipos de cuentos. Tal vez nuestras realidades fueran otras. No lo sabemos. Lo bueno es que hace poco compre un libro que se llama “Los Caballeros de la Rama” de Marcelo Birmajer. ¿Y a qué no saben que encontré?, él escribió, algunos después… y están buenísimo. Cuenta qué pasó con la verdadera historia de la cenicienta, de la Bella y la bestia, etc. Cuando los leía, me tente tanto de risa y me dio tanta alegría saber que hay alguien  a quien se le ocurrió contarnos el después. Esto me dejo tranquila, porque ya le leí un millón de veces a mi sobrina historias de princesas, ahora voy a poder leerles los después, así no le queman la cabeza y crece con los pies bien en la tierra.
Mafalda, hubo una sola, y nos llegó tarde. Lástima, porque si Blanca nieves hubiese tenido el espíritu de ella, tal vez hubiese comandado una revolución con los enanos, para enfrentarse al poder dominante de la malvada madrastra; o al aparecerse ésta disfrazada de vieja vendiéndole la manzana, seguramente le hubiese preguntado por el poder capitalista, en vez de aceptarla sin cuestionar absolutamente nada. Jajajaja, me río al escribirlo, porque hubiese estado buenísimo. ¡Ojo! Con esto no quiero decir que tenían que dejar al hombre de lado, y que las princesas no tenían que vivir historias de amor. Simplemente pienso, que  eso hubiese ayudado a que nosotras construyamos otro ideal de hombre, o armar otro tipo de historia, que nos permita vivir de otra manera. Sin tanto final trágico, sin tanto dolor, cuando una historia se termina o no se dá. Sin ese peso espantoso, de que las solteras nos quedamos para vestir santos.
  Yo ya estoy en una edad, en la que a este ritmo, me voy a convertir en la nueva diseñadora de alta costura de los cielos. Sí me toca esto, le digo a los santos, por qué no hacemos al revés, ya laburo mucho como para ponerme a coser, y lo que menos quiero, es pasar a convertirme en la costurerita que dio el mal paso. Así que cambiemos los lugares, que sean ellos los que renueven  mi vestuario. Yo si quieren les armo una larga lista de todos los diseñadores, vestidos, zapatos, carteras que me gustan y no me da el cuero para comprarme. Al menos, podría jugar una a mi favor. Así que mientras sigo soltera, santos queridos  les comunico, que ya salieron las nuevas colecciones primavera- verano 2012.
Lola

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